El presidente Petro tiene en sus manos una bomba de tiempo que está a punto de estallar y que consiste en el precio de los combustibles, en especial el de la gasolina y el diesel.
Petro en campaña manifestó que tan pronto se posesionara, presentaría una reforma tributaria con la que recaudaría aproximadamente 50 billones de pesos. Reforma que fue presentada a consideración del Congreso en su primera semana de mandadato. El presidente está afanado en conseguir recursos, aunque hay que aclarar que con la propuesta presentada, al menos para la vigencia del año entrante, pretende recaudar “apenas” 25 billones de pesos.
Hay que tener en cuenta que, como siempre sucede con este tipo de proyectos, una cosa es lo que se presenta a consideración de los congresistas y otra muy distinta la que sale aprobada. Lo complicado en esta oportunidad es que Petro mandó un mensaje de urgencia, lo que quiere decir que lo que pretende es que ésta sea aprobado maratonicamente, sin mayores análisis ni discusiones.
El precio promedio en el país de la gasolina es de 9.000 pesos, pero con el valor que tiene internacionalmente el petróleo éste debería de estar en 18.000 pesos; es decir, a los colombianos nos están subsidiando el 50% de la gasolina y el diesel que compramos, lo que ha traído consigo que el gobierno nacional va a tener que desembolsar en este año 37 billones de pesos por concepto de subsidio al combustible.
Duque era totalmente consciente de esto, tanto es así, que en el último mes de su mandato hizo un incremento a la gasolina de 150 pesos, lo que obviamente no hizo ni cosquillas para atender el hueco que está generando el subsidio. El hoy expresidente no estaba dispuesto a aguantar en las postrimerías de su mandato, un reclamo popular.
A Petro le tocará muy rápidamente atender el manejo de este subsidio. Lo más obvio es que los colombianos pagáramos el valor real del combustible y con esto no habría necesidad de presentar ninguna reforma tributaria.
Lamentablemente, el tema no es tan sencillo. Un incremento desmesurado en el precio de los combustibles generaría un alto impacto en la inflación y en la economía de los hogares colombianos. Cualquier aumento en el valor del galón de la gasolina y del diesel trae consigo un mayor pago en los tanqueos de los carros, motos, vehículos de transporte público de pasajeros y camiones de carga, lo que en el caso del servicio público afectaría las tarifas.
No la tiene para nada fácil Petro al inicio de su mandato. Tiene que lidiar con sus reiterados dolores de estómago que lo alejan del desempeño de sus funciones, controlar una inflación que si no le pone cuidado se le desborda y no dispone de los recursos que requiere para atender sus promesas de campaña.
Lo cierto del caso es que todo esto está sucediendo en un momento en que se puede decir que el país está semiparalizado. Si bien durante el primer semestre mostró una fuerte reactivación económica, el entorno a nivel mundial sigue muy complicado y la elección y posesión de Petro trajo consigo un alto nivel de incertidumbre. No hay claridad de cómo va a quedar finalmente la reforma tributaria, los inversionistas están quietos esperando ver qué va a pasar y los constructores por ejemplo, que fueron un motor muy fuerte para la reactivación económica después de la pandemia, están aplazando los inicios de nuevos proyectos, decisión que están tomando no solamente por el factor Petro, sino también por la volatilidad de los precios de los insumos de la construcción.
Ñapa: No deja de ser destacado que entre los empresarios que acompañaron al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en su reciente visita a nuestro país, estuvieran los directivos de la constructora OHLA, firma ampliamente conocida en nuestro medio por sus incumplimientos y marrullas en la ejecución de sus contratos y que nos hace recordar a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, quien en compañía de la firma constructora española Sacyr -firma de ingrata recordación y cuyos directivos también acompañaron su presidente- se comprometió a hacer en la Ruta del Sol el tramo entre Puerto Salgar y Villeta y no hicieron nada y gracias a una mediación del corrupto Rey Juan Carlos I, el gobierno colombiano le pagó a finales del siglo pasado como indemnización más de 100 mil millones de pesos.
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