Una de las secuelas que dejaron las pasadas marchas y protestas de los meses de abril y mayo además de las graves repercusiones económicas para el país, fue la libertad que se dio para que se rayaran y pintaran las fachadas de las casas, de los muros de contención y de los pedestales de los monumentos instalados en la ciudad.
En el año de 1982 se formuló la Teoría del Síndrome de la Ventana Rota, que consiste: que ante la existencia de ligeras violaciones de las normas y leyes, delitos “menores”, actitudes antisociales o simplemente desorden, se creara un ambiente donde poco a poco van apareciendo delitos o crímenes cada vez más graves.
Las marchas propiciaron que los manifestantes pudieran expresar sus molestias pintando inicialmente las paredes de las obras de estabilidad, pero muy rápidamente pasaron a pintar todo tipo de paredes bien fueran públicas o privadas, con frases y comentarios fuertes y vulgares, llegándose a presentar un problema legal con la pintura de un muro en el sector de San Marcel, a la entrada de la ciudad.
Un grupo de los manifestantes decidieron pintar el muro con frases e imágenes alusivas a las marchas y otro grupo de ciudadanos, que no eran marchantes, les pareció que éstas eran agresivas y no correspondían al estilo y a la manera de ser de los manizaleños. Por esta razón, tomaron la decisión de pintarlo de blanco, lo que generó una reacción por parte del primer grupo, quienes decidieron repintar el muro, pero con una frase mas fuerte y agresiva e instauraron una tutela para que libremente pudieran pintar los muros.
La tutela salió a favor de este grupo de pintores y solamente exigió que el requisito para poder pintar los muros, era informar a la administración municipal lo que iban a hacer. Este fallo de tutela dio pie para que cualquier persona pueda pintar o rayar las paredes de la ciudad bien sean públicas o privadas, con lo que esta se está viendo empayasada, con las fachadas de las casas llenas de rayones y los muros pintados de diferentes colores llenos de frases grotescas y vulgares. Aunque hay que aclarar que hay un grupo de estos “artistas callejeros” que si están concertando con la administración municipal sobre las figuras y frases que van a pintar, quienes con sus obras, algunas de ellas muy buenas, muestran un reflejo de la cultura urbana y no tienen porque cargar con la estigmatización por cuenta de los vándalos, que lastimosamente nuestra sociedad tiende a generalizar.
En medio del esfuerzo qué está haciendo la administración municipal por embellecer los parques y las zonas verdes de la ciudad, que entre otras están quedando muy bien, salen a relucir los daños y pinturas agresivas e intimidantes, siendo lo más impactante el hecho de haber tumbado la imagen del general Santander, la pintura de los pedestales del cable aéreo en el sector del cable y la más grotesca de todas, la pintura del monumento a Bolívar en la Plaza de Bolívar.
Las marchas y los fallos de la justicia, especialmente de las tutelas, propiciaron un libertinaje para que las personas puedan vandalizar la ciudad. Lo que también esta generando en el país un clima de violencia y de robos a mano armada que tienen totalmente intimidada y asustada a la población.
Sin lugar a dudas es horrible la imagen que está presentando la ciudad tanto para los que vivimos en ella como para los visitantes y lo más complicado es que la administración municipal se está sintiendo acorralada por estas acciones. Nuestra justicia y la agresividad de los vándalos la tiene totalmente amarrada. Es aterrador ver la facilidad con que los jueces de la república liberan a los vándalos que son detenidos infraganti por los ataques que hacen contra la comunidad y contra los bienes tanto públicos como privados.
Nuestra ciudad se ha visto excesivamente afectada por la vandalización y lamentablemente en ella se está cumpliendo la teoría del síndrome de la ventana rota.
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