Hace un poco más de 2 años se fugó cinematográficamente la presidiaria Aída Merlano cuando asistía a una cita odontológica, y hace pocos días Carlos Mattos, otro preso, se paseó tranquilamente por Bogotá, fue a su oficina a reunirse con su familia y con sus abogados, gracias a un permiso que le fue concedido para asistir a una cita médica.
La vigilancia de los presos en el país está a cargo del Inpec, institución que está adscrita al Ministerio de Justicia. Anteriormente se nombraba a un civil como director general de esta institución, pero desde hace siete años, con el fin de evitar la corrupción y los malos manejos, se decidió que este cargo fuera ocupado por un alto oficial de la Policía Nacional. Con esta decisión poco se logró, en los 28 años que lleva de constituido el Inpec ha contado con 26 directores -casi uno por año- y aproximadamente la mitad han sido retirados por escándalos de corrupción.
Se esperaba que con la fuga de Aida Merlano el gobierno iba a tomar cartas en el asunto e iba hacer los cambios que se requerían para organizar el control y manejo de las cárceles. Lamentablemente, no hizo nada. Carlos Mattos, que no hace mucho fungía como uno de los hombres más ricos del país, para salvar uno de sus principales negocios sobornó a un juez de la república y se fugó del país. Menos mal, después de un gran esfuerzo se logró su extradición a Colombia.
Por lo pronto don Carlos está detenido en una prisión de máxima seguridad, aparentemente con menos comodidades que las que gozaba en La Picota, donde le va a tocar esperar que la avalen el acuerdo al que llegó con la Fiscalía de entregar un millón de dólares como sanción y que purgue prisión por 56 meses.
Definitivamente el aparato judicial en el país no funciona como debería ser. Cualquier proceso o demanda puede tardar en resolverse hasta 20 años. Son permanentes los escándalos de corrupción tanto de los jueces, como de los magistrados de las altas cortes. Hay que aclarar que la mayoría de los jueces y magistrados son personas capacitadas y calificadas para desempeñar su oficio, las ovejas negras son pocas, pero es mucho el daño que hacen.
En los últimos tiempos se ha tratado de hacer una reforma a la justicia para volverla ágil y eficiente, pero no ha sido posible. Lo más grave es que son los mismos magistrados de las altas cortes quienes más se oponen para que salga adelante.
Siendo muy delicados los actuales problemas con la justicia, es aún más complicado lo que sucede con el Inpec. Además del sobrecupo en las cárceles, la corrupción es total. Al interior de las cárceles todo cuesta, desde el papel higiénico, hasta la asignación de las celdas y de los patios donde se van a recluir los presos. Supuestamente en las cárceles no se puede disponer de celular; sin embargo, los detenidos siguen cometiendo sus fechorías desde su sitio de reclusión usando este medio de comunicación. Desde las cárceles hacen extorsiones y los detenidos por narcotráfico siguen traficando sin ningún problema. También son muy comunes las fiestas, con alto consumo de licor y presencia de mujeres.
El funcionamiento del Inpec está totalmente fuera del control del gobierno nacional. Son 12.000 funcionarios que trabajan en esta institución que cuenta con 67 sindicatos. En conclusión, no hay quien los maneje.
Lejos están las cárceles de ser un sitio de resocialización de las personas privadas de la libertad. La figura de la casa por cárcel es un desastre. Los detenidos que tienen este beneficio salen de sus casas sin temores, ni restricciones y siguen delinquiendo, con el brazalete puesto o dejándolo en sus casas.
Mientras no se haga una reforma a la justicia que corrija su ineficiencia y controle los malos procedimientos, y no se atiendan las grandes fallas en el manejo de los detenidos, no vamos a poder avanzar en la construcción del país que necesitamos todos los colombianos.
Ñapa: Justo en el preciso momento cuando estamos tratando de salir de la pandemia y procurando recuperar la economía, se presenta la invasión de Rusia a Ucrania, lo que no solo pone en riesgo la paz a nivel mundial, sino que va a retrasar y complicar la recuperación económica del mundo.
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