Beatriz Chaves Echeverry
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Por fin se posesionó Joe Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos, así el clima de miedo e incertidumbre que reinaba en su país y en el resto del mundo por cuenta de las amenazas de los “Trumpistas” poco a poco se diluye y es reemplazado por un aire de optimismo. Con la posesión de Biden ganó la democracia que, de manera tan temeraria, puso en duda y en peligro el derrotado expresidente Trump. Qué bien se siente escribirlo, por fin este nefasto personaje es cosa del pasado y no puede seguir haciendo daño (o por lo menos no uno tan grande) por cuenta de sus declaraciones imprudentes y de su egocentrismo. Me atrevo a decir que hubo fiesta en varios capitolios después de su salida, pues los mandatarios de los países que dirigen las potencias del mundo no pudieron hacerlo entrar en razón, hay una foto que lo dice todo, publicada en la revista Semana del 8 de noviembre del 2020, que muestra a Trump cruzado de brazos, con su mirada despótica, mientras Ángela Merkel se inclina hacia él, como lo haría una profesora al regañar a un alumno díscolo, rodeada por otros mandatarios, entre ellos Emmanuel Macron, quien arruga la frente con expresión de disgusto o desespero, o tal vez de ambos.
Ya el nuevo presidente anunció la reincorporación de su país al acuerdo de París sobre cambio climático y ha anunciado medidas muy concretas que ayuden a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, entre ellas darle un impulso real al uso de energías limpias; pretende duplicar la energía eólica para el 2030, además de restringir la explotación de gas y petróleo en tierras federales, también impulsará la fabricación y el uso del transporte eléctrico, con lo cual pretende promover esta industria y crear nuevos empleos. Afortunadamente Biden sí cree que hay una crisis climática que requiere acciones concretas y quiere que su país asuma el liderazgo para frenar este problema.
Algunas de las medidas que acompañaron el primer día de mandato del presidente demócrata y que evidencian la dirección que llevará su administración son; se detendrá la construcción del muro fronterizo con México, se protegerá a los “Dreamers” evitando su deportación, se incluirá a los indocumentados en el censo poblacional, con el fin de asignar fondos de ayuda para esta población, se levantará la prohibición del ingreso de viajeros de 11 países, la mayoría musulmanes. Estas medidas recuerdan que los Estados Unidos es un país de inmigrantes y a su vez son una contribución a la paz mundial. También se suspende la salida de ese país de la Organización Mundial de la Salud. En cuanto al manejo de la pandemia, también firmó unas órdenes que dan directrices más claras, como nombrar un coordinador para la covid-19 que trabajará desde la Casa Blanca y ordenar el uso de tapabocas en todos los edificios federales por los próximos cien días. Otra de sus prioridades será propender por acabar con el racismo, aún tan arraigado en ese país y exacerbado por cuenta del expresidente Trump.
Lo que a mí más me gusta de Joe Biden es su calidad como ser humano; un hombre que ha sufrido pérdidas tan duras como la muerte de su primera esposa y su pequeña hija en un trágico accidente de tránsito, cuando apenas había sido elegido senador y más recientemente la muerte de su hijo debido a un cáncer en el cerebro, sin duda ha sido transformado por el dolor, si alguna vez su ego estuvo por encima de los intereses de la gente eso seguro quedó atrás. También es un hombre de fe, católico practicante, una persona que tiene a Dios en su corazón y no al dios dinero o al dios poder, él seguro sabrá sopesar la herencia que le quiere dejar a su país y al planeta y no sacrificará un futuro de bienestar por un presente de riqueza como, sin duda y sin pensar, lo hizo su antecesor.
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