Beatriz Chaves Echeverry
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Ha muerto Quino, el talentoso creador de Mafalda. Pienso que si hubiera habido un premio Nobel para la caricatura, él lo hubiera recibido con toda seguridad, pues a través de sus personajes creó un mundo propio del cual nos hizo partícipes a todos sus lectores. Sin duda ayudó a formar una generación, no sólo en su natal Argentina si no en el mundo hispano.
En estos días, en los que he estado recordando a este creador a través de Mafalda y su mundo, he tenido la oportunidad de compartir con mi hija y presentarle a esta niña precoz, crítica e independiente. La diferencia de mi primera lectura de Mafalda, cuando era niña o adolescente y me reía e identificaba con su irreverencia, a la de ahora, en la que sigo admirando su personalidad y sus puntos de vista, pero también me siento confrontada, pues veo en la mirada del personaje esa realidad de ser madre ante los ojos de un hijo que considera que una mujer dedicada a las labores del hogar es poco más que un ente, pues al ver Mafalda a su mamá muy ajetreada tratando de mantener la casa limpia, la ropa lavada y la cocina impecable, así salgan de ella sopas, le pregunta con esa cínica inocencia ¿Qué te gustaría ser si vivieras?, ¿será que así ven los hijos a las madres que se dedican a cuidarlos? pues es verdad que algunas ponemos la vida en pausa para dedicarnos a ellos, así que esa viñeta me confrontó, pero supongo que ese era el objetivo de Quino al escribirla ya que no se pueden leer esas caricaturas y seguir la vida como si nada hubiera pasado.
Tampoco debe ser fácil ser el papá de Mafalda y enfrentarse a esas preguntas duras e incisivas, más adecuadas para un foro político que para recibirlas de un hijo pequeño ¿Papá qué es la guerra fría? ¿Por qué hay guerra en Vietnam? ¿Qué es el erotismo? Pero creo que la niña lo ve con un poco más de solidaridad, se lamenta de mandar a un padre alegre y optimista todos los días al trabajo y que le devuelvan poco más que una piltrafa; “¡Maldita oficina!” grita Mafalda y va corriendo a la farmacia, a comprar el Nervocalm en gotas para darle a su papá.
En el libro Toda Mafalda, cuyo prólogo es de Daniel Samper Pizano, hay un hermoso homenaje de otros caricaturistas a Quino y sus personajes, creo que Joaquin Lavado los marcó y muchos crecieron bajo su sombra e influencia, como lo manifiestan en las viñetas que publicaron en el libro, entre ellas resalto la de Sendra: “Quino existe y Mafalda es su profeta”, que acompaña con un texto conmovedor exaltando todo lo que aprendió de su mentor y el cariño que le tiene.
La de Rap, quien describe a su maestro como hombre de “buen beber, buen comer, buen vestir. Campera para ocultar las alas.”
Quino se fue para el cielo, seguro se quitó la campera y desplegó sus alas, creo que así se lo imaginan partiendo sus seguidores, pero él no ha muerto, pues seguirá vivo en sus personajes, siempre que alguien lea a Mafalda se tendrá que preguntar quién fue ese genio que le dio vida a tan magnífico personaje.
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