Beatriz Chaves Echeverry
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Esta palabra resume muy bien lo que pasó en la madrugada del miércoles. La absurda muerte de un hombre a manos de la Policía es algo aterrador y debe ser absolutamente repudiado. Si la sociedad no rechaza este hecho de manera pacífica, pero contundente, y se expresa todo aquel que tenga una vocería intelectual, académica o política en contra de lo sucedido, vamos hacia un futuro muy oscuro. Este no fue un acto aleatorio, no fue un ciudadano anónimo que cayó en una manifestación, fue un hombre al que abordaron dos policías y le aplicaron una sentencia, pues como relatan los testigos presenciales, uno de ellos le dijo “de esta sí no se salva” y lo que se ve en el video es un acto de barbarie, no el uso de la fuerza para someter a un hombre que oponía resistencia al arresto, sino la agresión a una persona que está reducida en el suelo y pidiendo que pare el ataque, en una palabra, pidiendo misericordia.
La Policía Nacional está constituida para proteger a los ciudadanos, no para atacarlos, esos dos policías que agredieron a este hombre y los otros que no impidieron que el abuso de autoridad se diera, son la peor representación de una institución a la que los colombianos debemos ver con respeto y no con miedo y desconfianza. Lo que se mostró el jueves en los noticieros también es aterrador, pues se veía a policías disparando sus armas en contra de la gente, otros en sus motos persiguiendo a manifestantes, para luego golpearlos brutalmente y hubo una imagen muy perturbadora de un policía agrediendo con un tubo a las personas. Espero que estos lamentables sucesos, que han quedado registrados y se han dado a conocer a través de la televisión y otros medios de comunicación, permitan desentrañar una enfermedad oculta y traigan una solución radical, pues la calidad humana de los servidores públicos que protegen a los ciudadanos debe ser óptima, la brutalidad no puede ser la palabra que los defina. Qué triste conmemoración del Día de los Derechos Humanos, la peor que ha tenido este país.
Los desmanes en las protestas tampoco pueden justificarse, responder a la violencia con más violencia es un error que pagamos todos, cuesta muchas vidas humanas; desde que comenzaron las manifestaciones han muerto 11 personas, entre ellas una estudiante de 18 años, que cayó por una bala perdida y un hombre joven quien trabajaba como domicilio, víctimas inocentes que simplemente estaban en el lugar equivocado. Los heridos también son muchos, 380, de ellos 66 por arma de fuego. Las pérdidas materiales son cuantiosas y el Estado va a tener que usar recursos para la reconstrucción que requerimos para otras tantas necesidades que tiene el país en estos momentos de crisis económica.
Los videos muestran locura y brutalidad, no sólo por parte de la Policía, pues algunas de las personas que salieron a hacer de las suyas querían sembrar el caos y aprovechar la situación para robar, saquear y agredir a los policías, o sea que detrás de una protesta justa se esconden los que sólo quieren destruir y usar la violencia como un arma de venganza. Este país está enfermo, si no tomamos conciencia de ello y tratamos de hacer cambios profundos como sociedad no sé qué futuro nos espera; reorientar a nuestros jóvenes, ayudarlos para que encuentren un propósito útil a la sociedad y humanizar a quienes tienen el poder y la misión de cuidar a sus compatriotas deben ser objetivos que nos planteemos a corto plazo.
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