Augusto Morales

Hay deberes o responsabilidades de los servidores públicos que son del conocimiento común de los ciudadanos, pues son del simple sentido común. Es el caso de la autoridad de la que están investidos los jueces y magistrados para el cabal ejercicio de sus funciones, pues sin ella sería muy difícil, si no imposible, cumplir con la misión sagrada de impartir justicia; y cuando hay excesos (abuso) en el ejercicio de esa autoridad, son castigados severamente y podrían generar, incluso, responsabilidad extracontractual del Estado.
Otros de los deberes usualmente conocidos y que tienen que ser observados por todos los servidores judiciales son la guarda o reserva que requieran los asuntos a su cargo, como aquellos que puedan afectar las investigaciones en el campo penal; el de dar cumplimiento a los términos judiciales, lo que en un país con tanta litigiosidad y limitación de personal y recursos, resulta imposible en la práctica, y no obstante la expedición de normas tendientes a castigar procesal y disciplinariamente a los funcionarios que los incumplan, está la razón o motivo para justificarla; la completa y exclusiva dedicación al trabajo judicial, salvo la docencia universitaria, en el número de horas que determine la ley (actualmente 5 semanales); el responder por los documentos y y buen uso de los bienes puestos a su disposición para su custodia o utilización en el cumplimiento de las labores; dar ideas para el mejoramiento del servicio de justicia; llevar los procesos respetando las garantías procesales, pero también procurando que no haya maniobras dilatorias en las actuaciones judiciales, ni situaciones desleales o contrarias a la buena fe; y como todos los servidores del Estado, presentar cada dos años su declaración de bienes y rentas, debiendo dar a conocer el incremento significativo de bienes, etc.
Pero hoy me detendré a hacer algunas anotaciones acerca del deber de atender las actividades de capacitación, y a la jornada laboral.
La Escuela Judicial “Rodrigo Lara Bonilla”, que lleva el nombre del inmolado ministro de Justicia, ha cumplido una extraordinaria labor de capacitación de los servidores judiciales, pero igualmente imparte la formación a quienes, habiendo superado las etapas del concurso de méritos, aspiran a hacer parte de la rama judicial, bien como jueces o magistrados de Tribunal -pues solo hasta aquí llega la carrera judicial-, o ya como empleados; y aunque el anhelo ha sido que la Escuela se constituya como organismo autónomo, con su propia administración y presupuesto (¿Universidad judicial?), continúa siendo una dependencia apéndice del Consejo Superior de la Judicatura. Una de las grandes fortalezas de ese centro de formación, de limitado presupuesto, es que los docentes (Formadores) son los propios servidores judiciales que con sus saberes y vastas experiencias jurisdiccionales, nutren inconmensurablemente los conocimientos que reciben los alumnos, lo que es muy valorado por Escuelas Judiciales extranjeras.
De otra parte, la Rama Judicial tiene una jornada laboral de 8 horas, tradicionalmente de 8 de la mañana a 12 del día, y de 2 a 6 de la tarde, la que es cumplida al menos en este departamento con especial esmero y dedicación por sus servidores, pero la misma puede extenderse para muchos hasta más de 10 horas debido al complejo cúmulo de procesos a tramitar.
Manizales en los últimos años ha tenido que adaptarse a unos nuevos estilos de vida, en razón a su gran crecimiento de los últimos años, a la falta de medios de transporte masivo ágiles y menos costosos, y que por la proximidad con otros municipios (Neira, Villamaría, Chinchiná, Palestina), estudiantes universitarios y trabajadores tienen que desplazarse hasta la ciudad capital y regresar en las noches a pernoctar a sus poblaciones o villas de origen.
Para el caso particular de la ciudad, algunas entidades públicas han variado sus horarios de trabajo, y para la Rama Judicial en Manizales, el Consejo Seccional de la Judicatura, a petición de muchos interesados, con muy buen tino ha modificado su tradicional horario hasta las 5 de la tarde, con muy buenas y ponderadas razones, pero ha debido limitar el tiempo de almuerzo a 1 hora para satisfacer las 8 horas de labor. Por supuesto que la nueva estrategia conlleva sacrificios, como el de privarse de ir a su casa en la mitad de la jornada, cuya posibilidad de hacerlo era, o ha sido una bondad de Manizales. Aunque en general fue bien recibida, esta prueba piloto se extenderá hasta el 31 de mayo de este año cuando se definirá si se prorroga, se modifica, se implementa definitivamente, o se regresa al que era habitual, pero sería interesante analizar que la jornada empezara a las 7 y 30 de la mañana, como se escucha, y extender en media hora la segunda comida del día.
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