Andrés Hurtado


Hablábamos de Sissi. Recorriendo Viena se siente por todas partes la presencia de dos personajes que fueron queridos, adorados por los vieneses del imperio austro húngaro; hace muchos años murieron, pero los siguen queriendo. Se trata de Sissi y de Mozart, ninguno de los cuales nació en esta ciudad. Sissi nació en Munich y Mozart en Salzburgo. Para la época que estamos recordando ya Mozart hacía muchos años que había muerto y precisamente en Viena. Nació en 1756 y murió en 1791. Toda clase de souvenirs llevan el nombre de Mozart: pañuelos, bolígrafos, libretas, joyeros, vasos, vajillas, camisetas, cubiertos, manteles, lápices, muñecos, zapatos, juguetes de todo tipo, anillos, pianos en miniatura, chucherías, imanes para las neveras, etc. Y también variados comestibles como bombones, chocolatinas, pasteles, etc. Algo parecido, aunque en menor escala ocurre con Sissi.
Se encuentran en las librerías de Viena muchas biografías, libros y folletos sobre la vida del emperador Francisco José, sobre su imperio y sobre Sissi.
Se puede decir, ahondando en la idea, que en Viena se respira Mozart y Sissi. Y en algunos de los países, hoy democracias, que pertenecieron al viejo imperio austro húngaro, también se recuerda con placer a Sissi, especialmente en Hungría.
No pretendo ni es el caso extenderme en la vida de Sissi, pero sí quiero recordar circunstancias de su matrimonio y algunas de su vida. Los matrimonios de la nobleza, especialmente de los herederos al trono, eran concertados por los padres atendiendo a intereses políticos de reinos y potencias. Así las cosas a Francisco José lo querían casar con Elena de Baviera que era la hermana mayor de Sissi, cuyo verdadero nombre era Elizabeth como ya lo hemos dicho. Elena y Sissi eran hijas del Duque Maximiliano de Baviera y de la princesa real Ludovika de Baviera. La archiduquesa Sofía, madre de Francisco José y su hermana Ludovika prepararon un encuentro del joven emperador con Elena. Pero Francisco José en vez de fijarse en ella se enamoró de Sissi, su hermana y no hubo poder humano a pesar de las intrigas de las dos matronas para que Francisco José se enamorara de Elena.
Los vieneses estaban felices, su emperador de 23 años había encontrado una princesa bellísima de 16 que sería su esposa y el matrimonio se llevó a cabo con inmensa pompa en 1854. Ambos contrayentes eran primos.
Quiero recordar aquí otros detalles interesantes. Sissi se quería mucho con otro primo, el famoso Luis II de Baviera, apodado el Rey Loco, el gran protector de Wagner. Pero ni al famoso rey gay le interesaba su prima como esposa ni a ella tampoco.
Cuando Luis II se ahogó, lo sucedió en el trono su hermano Otón I, que rápidamente mostró desórdenes mentales por lo cual fue reemplazado en el trono por Luis III de Baviera. La enfermedad que tenía Otón era que se creía perro. Esta enfermedad se llama cinantropia. Y dicen que es una enfermedad supremamente rara y de la que se conocen pocos casos. No resistía yo el deseo de contar esta extraña historia. Sabemos que en las familias reales hay muchas enfermedades mentales porque se casan entre primos y la sangre se va empobreciendo. La dichosa sangre azul. Sin ir más lejos, ya que lo que agrego, tiene que ver con La Madre Patria, Carlos II, apodado “el hechizado” es acusado de provocar la decadencia de España. Un ujier lo acompañaba siempre y le tenía una bandeja de plata debajo del mentón porque babeaba constantemente.
Sissi, sencillamente, no se adaptó a la vida de la corte.
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