Andrés Hurtado


Hungría aportó con sus dos físicos-estrella conocimientos y trabajo claves en el desarrollo de las primeras bombas atómicas. Distingamos las dos clases de bombas atómicas, como aclaración para algún lector que necesite recordar la diferencia. Existen la bomba de fisión y la bomba de fusión y son muy diferentes tanto en el mecanismo de explosión como en la potencia destructora. La primera es de disgregación de la materia y la segunda de agregación. En la primera los átomos (de uranio, por ejemplo) se fraccionan y en la segunda los átomos de hidrógeno se aglutinan. En la primera un átomo pesado se fracciona en otros más pequeños y en la segunda átomos ligeros se fusionen en otro más pesado. Esta es una explicación rápida y elemental.
Leo Szilard nació en 1898 y murió en 1964. Participó en el Proyecto Manhattan que produjo las bombas atómicas (de fisión) que se lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki, eventos de cuya ocurrencia estamos celebrando los 75 años. Fue partidario de la construcción de las bombas, pero no de su uso como armas de guerra; quería que sólo fueran disuasorias. Edward Teller (1908-2003) ha sido llamado Padre de la Bomba de Hidrógeno, que es miles de veces más potente y destructora que la de uranio. Fue un científico muy conflictivo. En compañía de su coterráneo Szilard persuadió a Albert Einstein para que este sabio animara al presidente Roosevelt a construir la bomba atómica. Participó en el proyecto Manhattan y después acusó a su director, Robert Oppenheimer de comunista, motivo por el cual el sabio sufrió persecución del Gobierno norteamericano. De esta manera Teller quedó libre para su propósito de construir la bomba de hidrógeno, proyecto al que Oppenheimer se oponía.
Volvamos a Budapest y visitemos la Isla Margarita que se encuentra en medio del Danubio. Lleva el nombre de la hija del rey Bela IV, la princesa Margarita. La isla ofrece un remanso de paz, en medio de jardines y arboledas y los fines de semana las familias la visitan con sus hijos para pasar allí las tardes. Camino por el paseo y me encuentro con el Monumento al Centenario que fue erigido para celebrar el primer centenario de la unificación de las dos partes de la ciudad o sea de Buda con Pest para convertirse en Budapest en 1873. Más adelante me encuentro con Palatinus Bath o Palatinus Strand. No había visto yo en mi vida una piscina, mejor dicho un conjunto de piscinas así. El periódico inglés The Guardian las declaró como una de las más bellas piscinas al aire libre del mundo. Verdaderamente son “oustanding”, algo así como extraordinarias, excepcionales, fuera de serie. En realidad es un complejo de piscinas, saunas, salas de masajes, restaurantes. Hay piscinas con olas, piscinas termales, piscinas para niños. Once piscinas en total. En otro lugar hemos hablado de las piscinas y termales de Budapest, las más famosas de Europa, no solamente por la calidad medicinal de sus aguas sino por las construcciones, algunas de ellas verdaderas obras de arte arquitectónicas. Y no se olvide que a ello contribuyó la larga presencia de los otomanos en la ciudad con sus baños turcos. Cerca de las Palatinum Strand se encuentran las Piscinas Olímpicas construidas en 1930. Continúo mi caminata y me dirijo hacia una curiosa torre llamada La Torre del Agua en cuyo interior se hacen exposiciones. Un guía que quiso acompañarme me explicó la historia de las ruinas de una iglesia y un monasterio contiguos a la Torre del Agua. Historia bien curiosa que se remonta a la mitad del siglo XIII.
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