Andrés Hurtado


Todos los ríos de la selva tienen raudales que son objeto de admiración y motivos muy solicitados por los fotógrafos. Nos faltaba hablar de los cinco raudales del Inírida, ubicados entre los Cerros de Mavicure y Raudal Alto. Estos son: Zamuro, Cualet, Payara, Morroco y Danta. Todos interrumpen la navegación menos el de Payara que es un conjunto de piedras dispersas por el río entre las cuales los hábiles pilotos de las embarcaciones pueden pasar con sumo cuidado. Por lo demás este raudal no tiene encanto. Lleva el nombre de un pez de carne muy sabrosa y cuya pesca exige un cuidado especial. En efecto la payara tiene poderosos colmillos en su mandíbula inferior, que pueden medir hasta 15 centímetros. Es de la familia de los bagres y algunos lo llaman “pez vampiro”. Al pescarlo se ha de tener sumo cuidado no sea que al sacarlo del anzuelo clave sus poderosos colmillos en las manos del pescador. Conocí a dos personas, un indígena y un colono, cuyas manos quedaron deformes por la “mordedura” de una payara. Yo estaba en una ocasión en la desembocadura del río Tomo en el Orinoco. Era verano y el agua había descubierto una enorme piedra. Los compañeros se estaban bañando y habían dejado armado un anzuelo. Yo vi que un pez halaba con fuerza, saqué el anzuelo y había ensartada una payara. No conocía ese pez. El bicho medía unos 40 centímetros y en el forcejeo me alcanzó a clavar uno de sus poderosos colmillos en el extremo de una mano, sin mayores consecuencias. Las payaras pueden alcanzar un peso de 12 kilogramos.
Dos horas arriba de los Cerros de Mavicure aparece el primer raudal, el de Zamuro. Forzosamente se deben descargar las canoas. En este raudal no es necesario sacar la embarcación del agua; se la arrastra por la orilla. Los chorros que forma el raudal son hermosos y se prestan para hacer curiosas foto-exposiciones. Solamente en mi último viaje por el río vi los gallinazos que dan nombre al raudal volando sobre las aguas. He montado mi carpa en dos ocasiones en la amplia roca a la orilla del raudal, cuando he salido muy tarde de Puerto Inírida y me ha cogido la noche en los Cerros. Inolvidables noches. El segundo raudal se llama Cualet y se encuentra a escasos dos kilómetros de Zamuro.
Aquí el enfurecimiento de las aguas es más largo y el paso de la embarcación es más dispendioso. Se la debe sacar del agua y arrastrarla por la orilla a fuerza de brazos. Este raudal también se presta para hacer bellas fotos.
El siguiente raudal se encuentra bastante más alejado y es el de Payara. Lo he pasado a veces en lancha y a veces me han obligado a desembarcar, caminar por la orilla y embarcarme de nuevo más arriba.
Y llegamos al más espectacular de los cinco, al de Morroco que alcanza a formar una cascada de unos 4 metros. El conjunto es de endiablada belleza. El paso de la embarcación es muy complicado porque hay que subirla por una pendiente. Generalmente hay palos de unos tres metros de longitud y de unos 10 centímetros de diámetro que utilizan todos los que suben y bajan el río y sobre estos palos se hacen rodar las embarcaciones. Todos mis viajes por el río los he hecho en verano y por eso he podido montar la carpa bien en las rocas de los raudales o en los playones de arena amarilla. En este raudal de Morroco he dormido varias veces arrullado por la formidable sinfonía de las aguas.
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