Andrés Hurtado


Ya casi para terminar mis relatos sobre este nostálgico viaje a Budapest voy a hacer un popurrí sobre cosas de Hungría y de Colombia. La Patrona de Bogotá y de su arquidiócesis es nada más y nada menos que una santa que fue reina de Hungría en el siglo XIII, Santa Isabel de Hungría (1207-1231). Szent Erzsébet, en húngaro. Fue hija del rey Andrés II y de Gertrudis de Merania y se distinguió por su inmensa caridad para con los pobres y desvalidos a los que incluso llegó a regalar vestidos y enseres de la corte. Fue declarada “la mujer más grande de la Edad Media alemana”. Su devoción se extendió por toda Europa llegando incluso a América. En la catedral primada de Bogotá se conserva una reliquia suya que llegó a nuestro país gracias a la mediación de los reyes de España.
Y ya que me detuve hablando de los cementerios de Budapest voy a decir unas breves palabras de algunos de Colombia. Por obvias razones el que alberga más muertos ilustres es el de Bogotá. Me gusta el de Barichara por su especial belleza. El nuestro, de Manizales, hace muchos años que no lo visito, pero espero que hayan conservado los pinos que lo embellecen. Mención especial merecen los cementerios de Circasia y Mompox, ambos de inmaculada blancura. El primero por tratarse del primer cementerio laico de Colombia. Lo mantienen muy limpio y es objeto de turismo. Cuando conocí Mompox, hermosísimo pueblo blanco que sin embargo se están “pegoteando” porque le están metiendo otros colores, no dejé de visitar su hermoso cementerio en el que entre otros está enterrado Candelario Obeso, el poeta de la negritud.
“Qué trijte que ejtá la noche,
la noche qué trijte ejtá.
No hay en er cielo una ejtella,
remá, remá.
Alguien me dio unas curiosas instrucciones. Las recuerdo vagamente. Entre por la calle principal,- me dijo- pase tres hileras de tumbas, gire a la derecha y en la quinta tumba verá, por la parte trasera, una lápida blanca con un letrero reciente en carbón que dice: Yo sé les dije que estaba enfermo.
Hay otros cementerios de Colombia que merecen una palabra. Dejo a los lectores que los recuerden.
Ignoro cuántos ciudadanos húngaros o de origen húngaro viven en Colombia. Conozco la historia de un profesional de la industria textil que vive en Medellín y que es padre de un amigo mío, conocido piloto de aviación. Laszlo Jurko es el nombre del ingeniero textil. Laszlo corresponde a Ladislao y significa “el que gobierna con gloria”. Nació en Budapest el 11 de marzo de 1934. Era la a época en que Hitler iniciaba su ascenso en Alemania y preparaba la venganza del Tratado de Versalles. Recordemos que Hungría entró a la Segunda Guerra del lado de las potencias del Eje, Alemania e Italia. Cuando estalló la Segunda guerra Laszlo tenía 5 años. Debió por lo tanto sufrir las escaseces de la guerra. Los nazis se cebaron inmisericordemente sobre Hungría asesinando a 600 mil judíos y exterminando a la intelectualidad. Terminada la Guerra Hungría sufrió otra dictadura terrible y sangrienta, la de los soviéticos. Por ello Laszlo quiso huir en compañía de su hermana Irene, que escogió Estados Unidos. Laszlo, ingeniero textil, supo de una ciudad colombiana pionera en asuntos textiles y escogió Medellín, donde trabajó en Coltejer, Everfit, Indulana. En la capital paisa se casó con Blanca Vásquez, de cuyo matrimonio nació Milhaly Istvan Jurko Vásquez, el piloto amigo mío. Recordemos que Istvan es un nombre muy querido por los húngaros, por tratarse de San Esteban, Istvan, rey y patrono del país.
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