Andrés Hurtado


España en tiempo de Franco, y terminada la Segunda Guerra Mundial, fue un hervidero de nazis que huían de los tribunales y de la cacería de los servicios de inteligencia israelíes. Muchos se embarcaban en submarinos desde las costas españolas y su destino era Suramérica. Los países más buscados por los criminales para esconderse eran Argentina, Brasil y Bolivia. Recordemos el caso de Adolf Eichmann.
Sobre estos episodios se han escrito muchos libros. Franco siempre tuvo excelentes relaciones con Argentina durante el gobierno de Juan Domingo Perón, por afinidades políticas. Esta circunstancia hizo que el país suramericano le diera la mano a España en momentos en que muchos países europeos le cerraron sus puertas por tratarse de una dictadura. Después de la Guerra Civil Española, durante la Segunda Guerra Mundial y todavía muchos años después la situación económica de España fue desastrosa. Hubo mucha hambre y los españoles se arreglaban para vivir del “extraperlo” o sea del contrabando o mercado negro. En esos momentos Argentina dio la mano a España. Yo fui testigo durante mi estancia en los años setenta de la manera preferencial como eran tratados los argentinos en la Península.
Juan Domingo Perón gobernó en Argentina en tres períodos. Cuando debió exiliarse vino a establecerse a España y vivió en Madrid en Puerta de Hierro, donde residen nobles y magnates. Los maristas de países latinoamericanos que estudiábamos en Madrid teníamos una casa en las afueras de Puerta de Hierro limitando con la Universidad Complutense, diferente a la otra casa que estaba al frente de donde vivía Otto Skorzeny. La vigilancia que tenía Puerta de Hierro era extrema por la presencia de Perón en la “Quinta 17 de octubre”. Alguna vez lo vimos salir con una larga caravana de escoltas que lo custodiaban. Perón regresó a Argentina y murió en 1974.
Durante la Segunda Guerra Mundial hubo un episodio de sofisticadísimo espionaje con una trama increíble, de película, que tuvo como centro a España. En efecto, hay una película famosa que se hizo sobre la trampa que urdieron los ingleses para engañar a los alemanes durante la guerra sobre el sitio de un desembarco aliado. En una playa española arrojaron un cadáver con papeles secretos en los que se indicaba que los aliados iban a invadir a Sicilia cuando la realidad era que la invasión planeada era por Grecia y así despistar y dividir al ejército alemán. Todo funcionó a la perfección. Se consiguió un cadáver en Inglaterra de un recién fallecido, la familia aceptó que se utilizara el cuerpo del familiar y solo pidió que le dieran luego cristiana sepultura. El cadáver fue dejado cerca de una playa española y en un maletín que llevaba fuertemente atado a una mano le colocaron los papeles secretos. Los espías alemanes que pululaban en España se enteraron del cadáver y cayeron en la trampa. La película que se filmó sobre este episodio se llama “The man who never was”. Yo vi el film y es de un suspenso muy interesante.
Y a propósito de la doble moral de las potencias, como lo mostré en la historia de Otto Skorzeny, quiero recordar otro caso muy similar que puso en riesgo las relaciones entre Francia y Estados Unidos, y lo narro porque yo pasé frente a la finca donde vivía el criminal nazi apodado “El carnicero de Lyon”, en una zona apartada y de difícil acceso en Bolivia.
Se trata de Klaus Barbie Altmann. Nació en 1913 y murió en 1991. Fue criminal y además torturador de miles de judíos.
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