Andrés Hurtado


“Decíamos ayer” que entramos al desbarrancadero ambiental del no retorno y lo saben los científicos, pero siempre luego de sus frases apocalípticas terminan diciendo “todavía es tiempo”. Y nos hemos agarrado de esta maldita frase como de un clavo ardiendo. Otro prefirió decir: “Pero el ave Fénix renacerá de sus cenizas”, hablando del desastre ambiental colombiano. No he visto nunca el ave Fénix, sólo pajarracos de mala muerte. Por favor no nos engañen. Es mejor que nos digan la verdad.
Dos son las afirmaciones que he sostenido toda la vida y hasta ahora nadie ha podido desmentirme. Una, la del no retorno y otra, que solo los gobiernos pueden salvar el planeta. No los particulares. Por ello ponemos nuestra esperanza en las cumbres ambientales de presidentes que se han realizado en varias ciudades del planeta y desgraciadamente hemos visto defraudadas nuestras esperanzas. Para referirme solo a una diré que la cumbre anterior, la de París, que propuso que nos mantuviéramos en 1,5 grados, fue un fracaso. Y la de Glasgow acaba de pasar con mucha pena y prensa y sin nada de gloria, como hemos visto. La ambientalista sueca Greta Thumberg así resumió su opinión, que todos leímos en la prensa internacional, dirigiéndose a los participantes de Glasgow: “Métanse el calentamiento global por el c…”. Lo siento, fue ella la que lo dijo y toda la prensa mundial recogió sus palabras.
Pero quiero justificar mis afirmaciones. Una dice que solo los gobiernos pueden salvar el planeta, no los particulares. O mejor: solo los gobiernos pueden lograrlo con ayuda de los particulares. Pero los particulares solos, como lo estamos viendo, no lo logramos. En Colombia hay centenares, miles de personas y de organizaciones que luchan por el medio ambiente y lo hacen con mucho amor por la tierra, por sus plantas, animales, bosques y ríos y por sus semejantes. Nos desgañitamos defendiendo los páramos y llega el gobierno y autoriza carreteras en ellos, vías que la Constitución no permite en esos ecosistemas.
Lloramos, escribimos, protestamos por la destrucción de la selva amazónica y el gobierno, que tiene la sartén por el mango, no hace o hace muy poco. El gobierno nos entusiasmó con una ley que mete en prisión hasta por 15 años a los deforestadores de la Amazonia. Quince años es poco castigo, casi ridículo. Pero, a todas estas, todavía no hay ninguno en la cárcel. ¿Lo habrá?
El Código de Recursos Naturales de Colombia impone fuertes castigos a los traficantes de fauna. Y qué tristeza ver cómo el negocio de mascotas salvajes prospera a la vista de todos. Un ama de casa contribuye separando las basuras. Y llegan los empleados de las empresas del ramo y mezclan todo en los camiones recolectores. Mucha gente pone su granito de arena con mucho amor; esto está muy bien y es encomiable. Me decía alguien que colaboraba con el medio ambiente y que su contribución es no arrojar basura a la calle. Eso está muy bien y es una conducta maravillosa. ¿Con ello arregló el tremendo problema ambiental? Espero se me entienda. Tenemos que hacer lo que podamos por el medio ambiente. Pero quien en definitiva lo salva es el gobierno. ¿Cuánto no hemos protestado por las carreteras del Guaviare que penetran hacia Chiribiquete, nuestro Parque Nacional insignia? No podemos ir a decomisar las máquinas y detener a los colonos y deforestadores. Esa es la labor del gobierno. Y el gobierno no la hace. Las acciones que las personas emprendemos con mucho cariño por el medio ambiente hacen la vida más amable, pero no son la solución del problema.
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