Álvaro Gartner


En sus frecuentes enojos con los estudiantes de Colseñora, el sacerdote Néstor Sánchez enrojecía y gritaba a quien no atendía la clase: “¡Póngassssse en óooorbitaaa! ¡Salga de la nebulosaaaaa!”. Desde los años 1960, intuía que las tales nebulosas no eran las siderales sino las que tenían en las cabecitas sus ‘elevados’ discípulos.
Muchos no nos pusimos en órbita: cuando me hice periodista, solía salir velozmente del escritorio y me detenía en mitad de la sala de redacción sin recordar adónde iba. Mi despiste era desesperante.
Desde hace unos cinco años se estableció que el ‘eleve’ y el despiste son manifestaciones de una enfermedad llamada neblina mental. Su descubridor, el médico Mark Hyman, afirma que hay una epidemia de ‘cerebros rotos’ que afecta a más de mil millones de personas y es “el gran problema de salud del siglo XXI”.
Tienen nublada la cocorota quienes al hablar no dan con la palabra o el nombre clave, dicen lo que no es, olvidan lo que iban a decir o hacer. Así sean brotes esporádicos, incomodan. (Tan bueno cuando hablábamos de corrido). También los de mal dormir, los fatigados o estresados crónicos; los desconcentrados, los que estudian y no aprenden. Los síntomas pueden ser todos y así sea desde los más nimios, cuando son recurrentes, hasta los más delicados, derivan en depresión o anulan vidas.
La neblina mental cubre incluso a quienes creen que jamás envejecerán o que solo mueren los desconocidos. Para que se vayan ahorrando lo de ‘cuchos’ y otros términos despectivos. Y no hay exámenes para detectarla.
Si bien antigua, la estruendosa cacofonía, las aglomeraciones, las obsesiones por tener o estar informados; la pérdida de ideales, la degeneración del arte, la falta de calidad de vida actuales hacen que la neblina mental tenga el mismo espesor que la contaminación de Medellín. Será mejor no ignorarla, como se hace con el catarro.
Paradójicamente, los informes sobre el nuevo mal iluminan mi cerebro: ya sé por qué Santos es como un estoraque, porque la neblina mental atrofió en él toda función cognitiva y ética. Por qué Ñoños, Musas y demás joyas hacen lo que hacen: porque creen que la neblina los encubre y nadie los ve. Por qué a los jueces se les hace imposible impartir justicia, nublados como están sus principios. O por qué triunfan los Malumas, John Álex y otros exponentes de la ordinariez, porque la neblina también tapona los oídos.
Ya el Ideam anuncia que el 27 de mayo caerá sobre Colombia una espesa capa de neblina mental, que llevará lo peor al Palacio de Nariño. Porque no hay mejores.
Por esto también es la enfermedad del siglo…
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Coletilla 1: Falleció en Riosucio don Tobías Díaz a los 95 años de edad. Hasta donde sé, pudo ser el último linotipista de LA PATRIA y su muerte cerró un ciclo del periodismo caldense y la historia local.
Son los linotipos unos aparatos inmensos, ruidosos y enrevesados, con los cuales se componía las páginas de los periódicos. Sus operarios sabían leer al revés y sus dedos diferenciaban cada letra. Adquirían gran cultura y ejercían el periodismo después de retirarse o cuando los sistemas de impresión pasaron a la electricidad y luego a la computación.
Para la muestra, ‘El libro de Tobías’ contiene las crónicas que el fallecido escribió a lo largo de los años. Fue también el último testigo vivo de la entrada a Riosucio de la recua de mulas que transportaba los restos de Gardel y el velorio que ‘las del barrio’ hicieron en el atrio de San Sebastián. Conservo el casete con su narración.
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Coletilla 2: Por este pueblo volvieron a pasar pesados camiones, debido al cierre del puente de Irra. Una calle acusa ya el trajín y podría hundirse. Invías tiene obligación de arreglarla, pero no lo hace porque desde un escritorio en Bogotá vieron que se trata de una alcantarilla rota. No demorará Empocaldas en decir que se rompió por el peso de los vehículos.
Se tirarán la pelota eludiendo responsabilidades, hasta cuando se abra una tronera y venga el tráfico de licitaciones que llenará algunos bolsillos en ambas entidades. No será para indemnizar a los dueños de casas que resulten averiadas.
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