Las señales de advertencia se acumulan: en 2016 se anunció el comienzo del Antropoceno, una nueva era geológica. Fue denominada así por la enorme y terrible incidencia humana en el cambio de los ecosistemas y la geología. Tan profundos, que podrían precipitar la sexta extinción masiva de la Naturaleza, primera provocada por nuestra enloquecida y arrogante especie ‘sapiens’.
El año pasado, el paleontólogo y biólogo inglés Henry Gee advirtió que el colapso de la Humanidad está cercano. “Las señales ya están ahí para quienes deseen verlas”: la población alcanzará su punto máximo a mediados del siglo y luego comenzará a reducirse. “Cuando el hábitat se degrada de tal manera que hay menos recursos para todos, cuando la fertilidad empieza a declinar, cuando la tasa de natalidad desciende por debajo de la de mortalidad y cuando los recursos genéticos son limitados, el único camino es hacia abajo”. La duración media de las especies de mamíferos es de un millón de años aproximadamente, debido a la falta de variación genética.
En el caso de la humana, Gee atribuye como causa probable la enorme disminución de la calidad de los espermatozoides, en décadas recientes. Es consecuencia de la contaminación, “un subproducto de la degradación humana del medio ambiente”. Otra es el estrés que causa “vivir cerca de otras personas durante un período prolongado”. Alude a las ciudades, donde se vive “prácticamente uno encima del otro”. Agrego: los apartamentos minúsculos inciden en la poca duración de los matrimonios de hoy.
Prosigue: la Humanidad “secuestra entre 25 y 40% de la materia orgánica que las plantas crean a partir del aire, el agua y la luz solar”, lo cual afectaría la economía. Asegura que los hijos deben trabajar más para tener el mismo nivel de vida de sus padres. Se hace evidente en el estancamiento, incluso disminución, de la productividad económica mundial en los recientes 20 años.
“Llega un momento para cualquier especie, incluso las que parecen prosperar, en el que la extinción será inevitable, sin importar lo que puedan hacer para evitarla. La causa de la extinción suele ser una reacción tardía a la pérdida de hábitat”, explica el biólogo.
Siguen las advertencias: este año, científicos de la Universidad de Hawái, encabezados por Robert Cowie, alertaron que “parece cada vez más probable” que la Naturaleza esté “en las primeras etapas de una nueva extinción masiva”. Llegaron a esa conclusión después de hacer un estudio con invertebrados, que son el 95% de la diversidad animal del planeta, y comprobaron que en cinco siglos ha desaparecido entre 7,5 y 13% de las especies.
Van en alarmante disminución las poblaciones de abejas y de mariposas en todo el mundo. En solo una generación, hay 30% menos abejas en Europa y América del Norte. Al haber menos himenópteros, disminuye la polinización de especies vegetales y hay menos comida. Elemental.
Cowie considera irreversible el daño causado al planeta por los humanos. La mayor parte sigue enceguecida dilapidando recursos naturales, sin atender señales. Los políticos pretenden ganar prestigio a nombre de la conservación e impunemente roban los recursos para sus programas, sin que nadie chiste.
Henry Gee sentencia: “Si vamos a escribir sobre la extinción, será mejor que comencemos a escribir ahora”, porque ante tales perspectivas, “Homo sapiens podría ser ya una especie muerta andante”. Y arrastrará consigo el planeta.
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Y usted, eventual lector, ¿es de aquellos que protegen su entorno, con pequeñas pero importantes prácticas ecológicas? ¿O pertenece a la masa idiotizada que baila sobre su tumba? ¿O es de los arrogantes que afirma, como una conocida mía: “Yo ya hice mucho por la Naturaleza”?
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