Quien hasta hace una semana fue el director técnico del Once Caldas, Hubert Bodhert, firmó contrato con el equipo Águilas Doradas de Rionegro para la próxima temporada, club con el que tiene una anécdota que en su momento fue reprochable. El 11 de septiembre de 2018, el entrenador cartagenero acusó de racismo al arquero Lucero Álvarez, quien se la pasó insultando y llamando “negro” al jugador Carbonero.
Durante la rueda de prensa, Bodhert se calentó y retó a José Fernando Salazar, presidente de Águilas Doradas, quien salió en defensa del guardameta. “¡Venga, presidente. Venga y hablamos aquí!”, le increpó el técnico que, como Carbonero, es negro. Hoy, tras firmar contrato, ofensor y ofendido trabajarán juntos.
La anécdota la traigo porque Lucero es uruguayo y esta semana la Asociación de Futbolistas del Uruguay - AFU envió una declaración a la Asociación Futbol de Inglaterra (English Football Association - FA) denunciando la arbitrariedad con la que sancionaron de manera “sesgada, dogmática” y etnocéntrica al delantero Edison Cavani, porque este le respondió “gracias, negrito” - a través de Instagram - a un amigo que lo felicitó por los goles anotados al Southampton. El comentario, racista para la FA, le valió una sanción de tres partidos y una multa de 100 mil libras (unos $465 millones).
“(Edison Cavani) Simplemente ha utilizado una forma de expresión habitual en nuestra lengua para referirse cariñosamente a un ser querido, a un estimado amigo. Pretender que la única forma de interpretación válida en la vida sea la que está en la cabeza de los dirigentes de la FA suponen sí un verdadero acto discriminatorio, totalmente reprobable, en contra de la cultura uruguaya”, dice el comunicado. Y tiene razón.
La cultura bienpensante de lo políticamente correcto, recientemente en combustión por movimientos como el Black Lives Matter en los Estados Unidos, suele tornarse fanática y sataniza sin tener en cuenta el contexto o la intención. Seguramente fue algún seguidor angloparlante del futbolista en Instagram quien malinterpretó el mensaje y lo sacó de proporción. Algún alma sensible que hubiese preferido un “gracias, afrodescendiente”, en vez del afectuoso “negrito” uruguayo. O colombiano, o peruano, o ecuatoriano, o venezolano, porque como dijo Álex Grijelmo (periodista y escritor español quien además es miembro de la Academia Colombiana de la Lengua) nosotros carecemos de ese trauma estadounidense que intenta ocultar con eufemismos su “trayectoria de racismo legal, organizado y masivo” (https://bit.ly/38p2yCc).
Sin embargo, “nos sentimos siempre tan acomplejados ante todo lo que viene de allá (EE.UU.), que hasta sus propios complejos copiamos”, recalca Grijelmo.
Aquí no se debe cuestionar el uso de “negro” por Lucena o el “negrito” de Cavani , sino la intención. Lo que llaman “el tonito”. Cavani lo usó con afecto y, seguramente, ni siquiera el receptor es “color caoba tono 43 pasao’ de melanina”, como decía el Negro Palomino. Lucena, por el contrario, lo usó para sacar de casillas a su rival, situación que logró con Bodhert. Pero de ahí a verlo con capucha y quemando cruces a lo Ku Klux Klan creo que hay mucho trecho.
Eso (creo) lo sabe usted, lo sé yo, lo sabe Bodhert, quien si creyera que Águilas Doradas u otro club de fútbol es un nido de racistas seguramente no firmaba contrato. Pero como está de moda cazar brujas racistas, feministas, machistas, animalistas, taurinas, LGBTI, de derecha, de izquierda, de centro, hasta del reguetón (sí, Bad Bunny se hace la víctima), pues olvidemos la sensatez y los matices.
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Sueños que se cumplen
La semana pasada, en este espacio, escribí que a veces imaginaba una horda de indignados que marcharan hasta el Congreso y se lo tomaran. Ocurrió esta semana en EE.UU., se tomaron el Capitolio y cuatro personas murieron. Horrible. Las vías de hecho no siempre son la solución. Sin embargo, en la tesis planteo que mi manifestación es en contra de la corrupción rampante de nuestros congresistas y el descaro de las castas políticas colombianas; la estadounidense partió de las incendiarias declaraciones de Donald Trump, un presidente corrupto, ególatra y mentiroso. De lo anterior solo compartimos lo último.
Ahora sueño con que me gano el Baloto. Crucen los dedos.
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