En un hecho sin precedentes, el jueves varios medios de comunicación estadounidenses decidieron cortar una transmisión en directo del presidente, Donald Trump, al considerar que tres de sus declaraciones eran mentira. “Si cuentan los votos legales, gano con facilidad (las elecciones presidenciales). Si cuentan los votos ilegales, intentarán robarse las elecciones”, afirmó el mandatario quien, un día antes, ya se había autoproclamado ganador a pesar de que faltaban millones de votos por contar y estados por escrutar. 
El primero en parar el mensaje de Trump fue el canal MSNBC, al que le bastaron 35 segundos de intervención para que el presentador Brian Williams le dijera a los televidentes: “Aquí estamos de nuevo en la posición inusual de no solo interrumpir al presidente de los Estados Unidos, sino de corregirlo”.
Le siguieron las noticias de CNBC, donde Shepard Smith afirmó ante las cámaras que nunca, en sus 30 años de experiencia, había tenido que cortar el anuncio de un presidente estadounidense. “Nos contuvimos mucho tiempo, pero si cualquier persona va a hacer uso de nuestras plataformas para influenciar y mentir a nuestras audiencias, los vamos a parar. Y, francamente, esto fue suficiente”, comentó.
CNN transmitió toda la intervención de Trump, pero Jake Tapper - quien en ese momento presentaba - señaló que era una noche “triste” para los EE.UU. “Escuchar al presidente acusar falsamente a las personas de intentar robarse las elecciones y atacar la democracia con mentiras (…) Es patético”. David Muir, de ABC News, también condenó las palabras del presidente y pidió mesura y paciencia a los televidentes, pues la noche anterior Trump utilizó los medios de comunicación y las redes sociales para exacerbar los ánimos de sus votantes.
Periódicos como el New York Times le pusieron cortapisas a las frases del gobernante. Y Nicole Carroll, editora en jefe de USA Today, pidió que se eliminara la transmisión de su portal de noticias afirmando que: “Nuestro trabajo es comunicar la verdad, no conspiraciones sin fundamento”.
Incluso FOX News, aliado incondicional de Trump (hasta ahora), se puso del lado de lo fáctico y la verdad. Bret Baier, editor político de esta cadena, confirmó que no hay evidencias de fraude electoral y puso en duda las palabras del presidente. 
A este se punto se llegó cuando Trump decidió que toda información que lo cuestionara o criticara sería fake news. Fueron cuatro años en los que “el hombre más poderoso del mundo” (como llaman a quien habita la Casa Blanca) le declaró la guerra al periodismo. En sus rallies e intervenciones públicas señalaba a los reporteros y camarógrafos y pedía a sus simpatizantes que los abuchearan. Apoyó al congresista republicano Greg Gianforte cuando este, en un ataque de rabia por unas preguntas, agarró del cuello al periodista Ben Jacobs y lo arrojó al suelo. “Cualquiera que pueda hacer un body slam, es mi tipo de persona”, afirmó Trump sobre el caso.
Trump es un mitómano. Para finales de agosto de este año, el Washington Post le había contabilizado 22 mil 247 mentiras o imprecisiones; estas son casi 50 mentiras diarias desde que asumió el cargo como presidente estadounidense.
Ese acto de cortar la transmisión y desmentir lo que acaba de decir un presidente puede pensarse como censura. Sin embargo, ¿qué tan lejos está dispuesto a ir un medio de comunicación ante las obvias mentiras y ataques a la democracia de un personaje? ¿Servir de megáfono? ¿Dejar que el mensaje salga y después, días después, buscar la contraparte argumentando la búsqueda de imparcialidad, como suele suceder en este país? 
Aquí hay matices para discutir, pero queda el precedente de que no a todo el mundo se le da pantalla - por importante que sea - sobre todo si dice burradas y mentiras, como Donald Trump. A ver si en este platanal llamado Polombia, donde tanto nos gusta imitar el modelo estadounidense, dejamos de abrir los micrófonos a personajes que sabemos dan rating, pero no aportan a la construcción de sociedad.