Una pregunta bien difícil me hicieron esta semana, durante una conversación sobre los candidatos regionales al Congreso. Me cuestionaron el apoyo de algunos líderes de opinión de la ciudad a la candidatura a la Cámara de Juan Sebastián Gómez González, a quien señalan de oportunista e igual de politiquero a otros candidatos. Que arrancó en el Partido Social de Unidad Nacional (Partido de la U) línea Hernán Penagos, pero que ha tenido el apoyo de Adriana Gutiérrez (que es del Centro Democrático), y que aun así se pasó a la Alianza Verde y de allí tuvo que hacer una voltereta para llegar al Nuevo Liberalismo, bajo la sombra de la coalición Juntos por Caldas, que reúne a los movimientos ASI, Dignidad y hasta los cristianos del Mira. Un sancocho incomible e incongruente en ideologías.
Me señalaban que había más coherencia en la candidatura de Andrés Felipe Betancourth López, quien se arrimó al Partido Liberal después de aspirar a la Alcaldía de Manizales avalado por el Polo Democrático Alternativo y el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS). O en el exalcalde José Octavio Cardona León, que siempre ha sido liberal; o Juana Carolina Londoño Jaramillo, que siempre ha sido conservadora.
Admito que me costó encontrar argumentos para hablar de Juan Sebastián, a quien en este espacio he criticado por su manejo de la barra Holocausto Norte, de la cual es capo. También con quien me he sentado a hablar de cuestiones de ciudad, política, whisky y música. Entonces recordé el cuento infantil escrito por Arnold Munk llamado La pequeña locomotora que pudo (The little engine that could, 1930), que trata de una locomotora cargada de dulces y juguetes que se queda varada en una cuesta mientras que por el lado pasan otras máquinas más grandes y potentes.
El abogado Gómez González, a diferencia de otros candidatos, ha hecho una carrera política a punta de tenacidad usando la barra de fútbol del Once Caldas como base electoral. Contra todo pronóstico mío hizo una muy buena gestión en el Concejo de Manizales, llegando a ser presidente de esta institución. Libre de escándalos políticos llegó a la Asamblea de Caldas - un ente caduco y obsoleto - donde también presidió, fue reconocido por su trabajo y por ello tiene mérito que llegue a la Cámara de Representantes. Puede que haya cambiado más veces de colores que un camaleón, pero su discurso siempre ha sido defender la diferencia y apoyar la cultura.
Que tiene maquinaria, ¡obvio! La tiene en Manizales, en algunos pueblos de Caldas y posiblemente - con el apoyo de otras barras - en otras ciudades; una que ahora tiene al sociólogo Darío Arenas Villegas como conductor. Una locomotora que, como la del folclor estadounidense, se da ánimo para subir la montaña: “Chug chug chug. Puff puff puff (…) yo puedo”. Una maquinita que hemos visto ensamblar y, aunque no está exenta de escándalos, por ahora es poca la pátina que lo recubre.
La diferencia entre Gómez González y los otros candidatos está en que los demás van montados en poderosas locomotoras creadas hace 40 o más años: del yepobarquismo a la actual bodeguita verde. Unos aparatos políticos asociados a la corrupción y el clientelismo que cambian cada tanto de maquinista; ayer eran un Víctor Renán Barco y un Ómar Yepes, hoy son un Mario Castaño y un Mauricio Lizcano.
No digo que todos los que vayan sobre esas máquinas sean corruptos o incompetentes. Betancourth López es un brillante académico con poca suerte al momento de las votaciones y por ello llevó sus ideas a la máquina Liberal. Ahí, como en el cuento, recibió un empujón que - como pintan las cosas - lo llevará a superar esa cuesta que le ha sido esquiva. Ojalá lleve su conocimiento sobre medio ambiente y su discurso de transparencia (el único que he visto rindiendo cuentas de su campaña de manera semanal) al Congreso, pero el voto de opinión se le escapa porque duele verlo en afiches y pancartas junto a Castaño: un sagaz oportunista asociado a las irregularidades en los procesos de selección y de contratación de la Industria Licorera de Caldas - ILC en 2008 (hecho que tiene encerrado al entonces gerente de la ILC Carlos Arturo Fehó Moncada) y que nunca ha negado la importancia de su carrera política a tipos como Francisco Ferney Tapasco González, autor intelectual del asesinato del periodista Orlando Sierra Hernández.
Y está ese otro candidato verde, pero por lo inmaduro, Santiago Osorio Marín. Su recorrido político ha sido un par de contratos con la presidencia de Iván Duque y ahora tiene a la maquinaria de su primo, el alcalde de Manizales Carlos Mario Marín, empujándolo a través de vías cuestionables y posiblemente ilegales. Una locomotora con mucho dinero (¿de dónde sale?) que tiembla y activa su bodeguita de desprestigio al ver la maquinita de Juan Sebastián decir: “Chug chug chug. Puff puff puff (…) yo puedo”.
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