Dice la historia que a los 4 años, Wolfgang Amadeus Mozart ya tocaba el clavicordio con maestría y que compuso piezas de alta complejidad en ejecución. A los 6 años ya interpretaba con virtuosismo el violín y el clavecín; a los 8 compuso su primera sinfonía y a los 9 dominaba el órgano. A los 14 ya había recibido la orden de Caballero de la Orden Espuela de Oro, otorgada directamente por el papa Clemente XIV, y a los 15 años ya era empleado de la Corte de Salzburgo.
Antes de alcanzar la mayoría de edad, Mozart ya había impresionado con su talento a las cortes de Baviera, Viena, Múnich, Praga, Londres, Versalles, París, Roma, Milán y Bolonia. Se había presentado ante reyes, príncipes, marqueses, duques, arzobispos y emperadores. Siempre bajo la tutela de su padre y profesor, Leopold Mozart, que lo exhibió como fenómeno circense por los salones de palacios y castillos. “Toca, Wolfgang, toca. Ahora hazlo con los ojos vendados; ahora improvisa”, le diría, mientras cobraba por el espectáculo.
Debe ser terrible crecer así: con la urgencia de complacer a un público que quiere verte y buscando superar las expectativas de una audiencia adulta. Maria Anna, la hermana de Wolfgang, contó que a los 5 años su hermanito se la pasaba componiendo piezas en un teclado para impresionar a su padre. Así se “divertía”. Por ello no me impresiona sino que me entristece cuando Greta Thunberg sale en estas actividades de científicos y expertos en medio ambiente, como sucedió hace poco en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático - COP26 de Glasgow. ¿Qué puede aportar esta sueca de 18 años salvo su entusiasmo? Ella - que fue elegida como Personaje del año 2019 por la revista Time, que se ha reunido con Barack Obama y el papa Francisco - no tiene más que su activismo. La pasean, como llevaban a Mozart, por diferentes sitios para que deslumbre con su presencia y discurso a jefes de Estado y celebridades; gente más interesada en hacerse una foto con ella que en lo que tiene que decir.
Igual sucede con el niño Francisco Javier Vera, de 12 años. Sus padres aseguran que “desde chiquito siempre fue un líder” y que recogía firmas en Villeta (Cundinamarca) para montar un movimiento ambientalista inspirado en la Thunberg (https://bit.ly/3kvJmIz). Desde Glasgow, donde estuvo como “embajador de buena voluntad”, invitado por el programa Euroclima+, pidió que escucharan más a los niños porque ellos no son el futuro sino el presente. Después irá a otro evento, y a otro, donde se tomarán fotos con el niño ambientalista y él se echará un discurso - con datos y cifras memorizados - donde recalcará lo obvio: la importancia de cuidar nuestro planeta.
Ni Greta ni Francisco son geniales, son precoces. Si acaso, prodigios. Su éxito no está en su mensaje sino en su juventud. Ya veremos cuando cumplan los 21 años pues, al igual que sucedió con Mozart, dejó de ser un niño talentoso a un adulto con habilidades… y de estos últimos abundan (vean las olimpiadas, vean el fútbol, vean el canto, vean los circos).
Ellen Winner, profesora de psicología de la Universidad de Boston, señala que estos jóvenes prodigios tienen “furor por superarse”. Es decir, una motivación imparable para dominar sus habilidades. En entrevista para la BBC, la experta indicó que un prodigio es un niño muy precoz y dominante en algún campo que ya se ha inventado, pero es un genio el que revoluciona un área de conocimiento. “La mayoría de estos niños prodigios no dan el salto en la edad adulta”, afirma. Cuando Mozart tuvo que enfrentarse a las responsabilidades que implicaba crecer - administrar un salario, tener una familia, los problemas, el cuerpo que ya no da, las adicciones y las tentaciones - estas lo superaron y sucumbió a la frustración y a la enfermedad. Si bien siempre fue productivo, ya no tenía ese halo de “niño prodigio”. Falleció a los 35 años y con un entierro de tercera, en una fosa común, al que solo asistieron cinco personas.
Los niños prodigio son necesarios para que nos deslumbren o nos señalen lo obvio, como Greta o Francisco. Pero al final no dejan de ser moda y, como la moda, pasarán.
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Agradezco el reconocimiento que me hizo esta semana la Sociedad de Mejoras Públicas de Manizales por mi trayectoria en este espacio. También a quienes, una vez más, me eligieron como uno de los columnistas más influyentes de Caldas, según la reciente publicación de la firma Cifras y Conceptos.
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