Alejandro Samper


No hay una semana en la que vea a Iván Duque Márquez en alguna de sus actividades y piense algo impublicable. Incluso lo digo en voz alta y no creo ser el único. Mi expresión es solo una de un coro de ciudadanos indignados por la ineptitud del presidente colombiano. Esta semana, después de leerse un discurso de 18 páginas, olvidó instalar las sesiones del Congreso, motivo por el cual estaba citado. Lo tuvieron que volver a llamar, conectar y pedir que diera inicio a las plenarias, ante el desconcierto de los congresistas y quienes veían en directo el acto.
Minutos después vino el desplante a la senadora Aída Avella, de quién dijo “¡qué tal la vieja esta!”, cuando ella señaló - de manera errónea - que el presidente no la estaba escuchando. Estaba visiblemente incómodo porque la opositora había dicho que Duque “aparece en su programa diario al estilo de un ‘reality show’”. Para colmo de males y reafirmar lo dicho por la congresista, fue la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez quien subió el video del comentario a las redes sociales. ¿Sabotaje? ¡Para nada! Son todos unos incompetentes.
Aclaro que cuando insulto al mandatario lo hago como superlativo. Porque decirle “bobísimo” a Duque y a muchos de su gabinete, es quedarse corto. Nada tiene que ver con sus madres, aunque algún grado de responsabilidad tendrán en la condición de sus hijos. Es la única explicación que encuentro a que se caiga un decreto que ayuda con subsidios a los estratos 1, 2 y 3 porque dos ministros no firmaron. Si fuera para beneficiar a los empresarios o a la banca la cosa sería distinta.
Entonces, semana tras semana, es una bobada más. Las caritas para prevenir el coronavirus, los días sin IVA, su “aislamiento inteligente” (al que llamó de manera pomposa “Aislamiento Preventivo Obligatorio Colaborativo e Inteligente”), los paseos de su amigo el fiscal Barbosa… y así nos podemos ir en el tiempo en un hilo de tonterías.
Basta ver la alianza con su homólogo brasileño Jair Bolsonaro, un negacionista de la civid-19, para buscar una cura al virus. Evoca a Rafael Pombo y las soluciones que Simón, el bobito daba a los problemas: “Vio un montón de tierra que estorbaba el paso/ Y unos preguntaban ¿qué haremos aquí? / Bobos dijo el niño resolviendo el caso;/ Que abran un grande hoyo y la echen allí”.
Insisto, los biógrafos de Iván Duque podrán hacer las memorias de su gobierno a punta de memes.
Ese aparente candor (otros le tendrán un nombre más coloquial) del Jefe de Estado le servirá en un futuro para defenderse de la Ñeñepolítica, de la mermelada que entregó en cargos diplomáticos, del no cumplimiento de la JEP. También de la corrupción que encontraremos en unos meses por la contratación directa en medio de la pandemia y demás escándalos que se cocinan mientras él, todos los días a las 6:00 de la tarde, pesca en el balde de mamá Leonor.
Es que el tipo no se entera. Está desorientado, y tan polarizado, que no escucha otras voces que no sean de la entraña uribista. El madrazo pasará a sobrar cuando nos refiramos a este presidente en un futuro. Al paso que vamos, “Duque” pasará de sustantivo propio a un adjetivo que califique el máximo grado de ineptitud.
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