Alejandro Samper


Es bien interesante el gabinete que armó el alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín. Hay mucha experiencia, preparación, entusiasmo… pero esto apenas arranca. Hay que verlos en acción lidiando con los constructores, los transportadores, con espacio público y los vendedores informales, con los dueños de bares y discotecas que infringen la norma de ruido y uso de andenes, con las mafias del microtráfico, con los indicadores de suicidio, con los almuerzos escolares, con el pico y placa, con las calles llenas de hitos viales y reductores que aparecen de la noche a la mañana, con ciclorrutas sin proyección, con obras inconclusas o mal hechas, con los ciudadanos inconformes y los viudos del poder.
Mejor dicho, con la herencia que nos dejó la alcaldía de José Octavio Cardona León y su concepto de ciudad. O sea con su representación mental de lo que debía ser Manizales, con sus túneles iluminados con luces de colores, fondas en cada cuadra, esculturas de pájaros y portones de dudosa curaduría.
Pero no es solo el legado de Cardona León. Es el de todos los mandatarios anteriores que llegaron -cada uno- con su idea de lo que debía ser la capital de Caldas. Desde demoler la comuna San José a montarle un cable aéreo a Los Yarumos. Ambos elefantes blancos.
Lo anterior tiene que ver con la falta de planeación que deja cada gobierno saliente y el adanismo del que asume. Con sus vicios, promesas a cumplir y favores a deber. Una enfermedad endémica que ha privado a Bogotá de tener un metro, y de acueducto a varias poblaciones del país. Hay que dejar de pensar en cuatrienios, ser visionarios y no robarnos. Ya, parémosle al chanchullo y al CVY.
Se fue José Octavio Cardona y nos deja una Manizales que, según la encuesta de percepción de la Red de Ciudades Cómo Vamos (RCCCV), publicada en enero del 2019, es la segunda mejor ciudad para vivir en Colombia, después de Medellín. También se redujeron los índices de homicidios. Pero bajamos en el Índice de Competitividad de Ciudades (ICC) y no estamos entre las más modernas, de acuerdo con el Índice de Ciudades Modernas (ICM) del Observatorio del Sistema de Ciudades.
Que sea, pues, esta la oportunidad de enderezar lo chueco y repensar a Manizales: Desde lo físico (recuperar espacios, un Plan de Ordenamiento Territorial funcionando, entre otros) a lo conceptual (como la Feria, agotada en ideas y anacrónica). Carlos Mario Marín, de 28 años, ya tiene su cuadrilla, ahora necesitamos es que la escuche y que deje hacer.
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