“Yo no soy político, yo no sé nada de eso. Y me dijeron: ‘¡Nooo, no te hagas problemas! Acá te ayudamos, te hacemos el discurso, te hacemos todo’”, le contó el futbolista Willington Ortíz al programa Los Informantes sobre cómo llegó al Congreso en el 2002. Su paso por la política fue una vergüenza: no entendía de leyes o reformas, nunca intervino en las plenarias o en la Comisión IV (a la que pertenecía) y, tal y como registro al comienzo de este párrafo, se limitaba a acatar lo que el Partido Corporación Social Integral del Pacífico (Corposinpac) le dijera. En su caso, votar a favor de todo lo que propusieran los uribistas, grupo al que se unieron.
La entrevista la recordé al escuchar esta semana que la atleta Caterine Ibargüen iba como cabeza de lista al Senado por el Partido Social de Unidad (Partido de la U). La ingenuidad de sus respuestas a las preguntas que le hicieron en W Radio me recordaron al ‘Viejo Willy’, cuya carrera política terminó en siete demandas de pérdida de investidura. Que ella no tiene que ver con las decisiones del pasado de ese movimiento, ni con los personajes que allí han militado, ni con el apoyo que en la actualidad la directora del partido - Dilian Francisca Toro - da a gente como Ana Josefina Ucrós Rosales, pareja sentimental de Eduardo Pulgar, exsenador condenado por los delitos de tráfico de influencias y cohecho. Su tarea, dice, es enfocarse en el futuro y en el deporte.
¡Ay, el deporte! El discurso que muchos personajes vinculados a esta actividad usan para llegar a cargos de elección popular y terminan siendo usados como marionetas. Willington, Édgar Perea, Francisco Maturana, ‘Cochise’ Rodríguez… Se salva la medallista olímpica María Isabel Urrutia que, a su paso por la Cámara de Representantes, fue autora de la ley que le otorga pensiones a los atletas que logren importantes resultados a nivel internacional y ponente de leyes contra la discriminación racial. Los demás, o se vendieron o se cansaron de la corrupción. Que tome nota el arquero Juan Carlos Henao, que busca llegar al Congreso por el grupo Gente en Movimiento, del exsenador Mauricio Lizcano; tipejo involucrado en diferentes investigaciones: desde la compra irregular de tierras a tráfico de influencias.
Caterine debería recordar que antes de ser elegida la Mejor atleta femenina del 2018 por la Federación Internacional de Atletismo, anduvo un camino largo. Uno que la llevó de correr por las calles de Apartadó, a intentarlo con el voleibol, el salto alto, el salto largo hasta encontrar su puesto en el triple salto. Un proceso de años y sacrificios que dio frutos. Igual debería ser con la política: no arrancar queriendo participar en unos Juegos Nacionales sin antes haber clasificado a los regionales.
Omitir estas etapas, si bien no es hacer trampa, sí es exponerse a una lesión. En este caso una de imagen y credibilidad. Poco o nada sabemos de la Ibargüen política, ¿qué dijo sobre el estallido social del 2019? ¿Se ha manifestado sobre el asesinato de líderes sociales? ¿El medio ambiente? ¿La paz? ¿El presupuesto nacional? ¿Los derechos de las mujeres? “Con la marihuana sí debo decir que estoy completamente en contra de ella porque soy una persona que hace deporte y voy en contra del tabaco y todas esas sustancias que no nos llevan a ninguna parte”, le dijo recientemente a El Espectador. Que alguien le diga que ser senador es peor visto que ser marihuanero.
Caterine es inmaculada en estos temas, por ello es la imagen ideal para “sanear” un partido agónico y corrompido como la U. Su sonrisa, su ángel, su carisma, sus habilidades atléticas serán explotadas por Dilian Francisca: una gamonal ávida por recuperar los votos que se le fueron con Benedetti y Roy: dos expertos en triple (a)salto de partidos políticos. Con solo ver esto (el partido y quién lo lidera) ya uno sabe que la Ibargüen compite sobre una pista resbaladiza y aterrizará en un pantano.
Pobre Caterine. Acostumbrada al Fair Play y todas esas cosas que les inculcan a los atletas de alto rendimiento, ahora busca meterse en una cloaca de deslealtades y trampas. Ahí tiene los ejemplos de Willington Ortíz y demás actores, cantantes, presentadores que alcanzaron altos cargos políticos, pero les quedó grande el liderazgo y el temple que exige comprometerse con unos ideales y con responderle al país.
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