Matilda González Gil, secretaria de la Mujer y Equidad de Género, renunció esta semana al gabinete del alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín Correa, alegando que no compartía su forma de liderar y que el mandatario “debe aprender a relacionarse de forma no violenta, entendida la violencia como lenguaje”.
Este tipo de acoso laboral se conoce como ‘mobbing’ y, según Jonathan García-Allen, psicólogo de la Universitat de Barcelona, quienes padecen este tipo de maltrato “suelen ser las personas más creativas, éticas y competentes del entorno laboral”. Añade que este comportamiento es porque el acosador puede considerarlas una amenaza para su propia posición dentro de la organización (https://bit.ly/3puE8h0).
Ante estas declaraciones, Marín Correa usó la red social Facebook para dirigirse a los ciudadanos y hablar de la constante salida de funcionarios de su gabinete (doce en los últimos diez meses). Muy a su estilo, en vez de aceptar las críticas se fue en contra de quienes cuestionan sus maneras. Los llamó “huérfanos de poder” y los señaló de manipular, desinformar y desestabilizar su gestión.
Además, echó en un mismo saco a esa “gavilla de expoderosos” y a quienes cuestionamos sus decisiones a través de la opinión. El “crimen de la palabra”, dijo, como si comentar sus desaguisados fuera un delito. Olvida el alcalde que, como concejal, se dio a conocer por el uso de la palabra… y de manera contraria a la ley 1482 de 2011. “En el 2018 (Carlos Mario Marín) tuvo altercados con los concejales Margarita Méndez, Manuel Correa y Rafael Torregrosa por cuestiones de género, de identidad sexual y de procedencia”, reseñó LA PATRIA en octubre del año pasado (https://bit.ly/3lyeRQI).
Interesado por este comportamiento, averigüé sobre el maltrato verbal y encontré un texto del psicólogo Juan Armando Corbin (https://bit.ly/2UpuM89), quien hizo un perfil del maltratador psicológico: “Son autoritarias y necesitan tener bajo control a la gente de su entorno. Parecen buenas personas al principio y suelen caer bien al conocerles. Así se ganan la confianza de la víctima a la que luego agrederán verbal y psicológicamente (…) Son mentalmente rígidas y persiguen la verdad. Ahora bien, la única verdad es la suya (…) No reconocen sus fallos propios, pues consideran que los demás no tienen razón (…) Son egoístas y narcisistas. Piensan que están por encima de los demás y solo buscan satisfacer su propio placer”.
Curiosamente, este perfil está muy relacionado con la orfandad. El Centro de Psicología Clínica Nicolás Moreno, de Granada (España), señala que las personas que sufren abandono muestran “fuerte inseguridad”, “comportamientos defensivos”, entre otras características (https://bit.ly/3eXD5Br).
Entonces, lo que las declaraciones y modos del alcalde Marín Correa evidencian es que quien está huérfano de poder es él. Su trabajo se lo entregó a su mentor Jorge Arturo Espejo Rivas, un tipo que puso en cargos importantes de esta Alcaldía a familiares y allegados (https://bit.ly/2UpZQEJ), y que tiene potestad hasta para decir qué tipo de alumbrado navideño merece la ciudad.
Carlos Mario llegó a la Alcaldía gracias una fuerte campaña populista en redes sociales, pero él no es estadista, ni estratega, ni político, ni humanista, ni planificador, ni oportunista, ni hace coaliciones. Espejo Rivas sabe de estas cosas y por eso le administra el poder a su pupilo. Marín Correa que se dedique a ser influencer en YouTube, Twitter o Facebook, escenarios ricos en mobbing, matoneo y de “violencia como lenguaje”. Temas de los que el alcalde sí sabe.
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