Mauricio Lizcano Arango entró por la puerta grande al gobierno de Gustavo Petro. Gracias a su nombramiento como director del Departamento Administrativo de la Presidencia - Dapre, salió en las fotos del nuevo gabinete y acompañando al nuevo presidente. En su rostro se evidenciaba la felicidad: sonreía, se frotaba las manos y luego posaba para los medios junto a la mesita de brocados dorados estilo rococó donde, uno a uno, los ministros firmaron el decreto de su nombramiento. Lizcano se les arrimaba y con el dedo índice les señalaba dónde poner la rúbrica.
No es la primera vez que este político sale retratado en momentos históricos para el país. Ya lo había hecho junto al entonces presidente Juan Manuel Santos cuando, gracias a su gestión como cabeza del Congreso, aprobó en lo que se conoció como “fast track” las reformas pactadas en el Acuerdo de Paz. Igual de sonriente, le entregaba el paquete envuelto en cinta tricolor a Santos en medio de aplausos, banderas ondeantes y gritos a favor de la paz.
Eso fue en 2016 y tras no postularse de nuevo al Senado en 2018, Lizcano se fue a estudiar a EE.UU. ¡Y cómo le rindió! Dos maestrías en administración y políticas públicas en Harvard y el Massachusetts Institute Of Technology - MIT en cuatro años. Y al regresar a Colombia llegó enchufado: montó partido político (Gente en movimiento) para las pasadas elecciones al Congreso, se casó, apoyó a Petro en su campaña a la presidencia, hizo parte de su equipo de empalme y lo nombraron en el Dapre. De vértigo y envidia, pues a la mayoría de nosotros no nos alcanzaría la vida para hacer tanto en tan corto lapso.
Lo anterior evidencia la eficiencia de este personaje que hace 20 años era el gerente general de una editorial de libros. Y su ambición: una vez probó las mieles del sector público no ha parado de ascender. De esa modesta gerencia pasó a ser secretario de Tránsito de Manizales, de ahí a varias consejerías y asesorías con ministerios, al Instituto Geográfico Agustín Codazzi, al Congreso, a hoy a tener oficina en la Casa de Nariño. Y desde su nuevo cargo, Lizcano anuncia que se acabará la burocracia en la presidencia recortando las consejerías, las nóminas paralelas, los gastos superfluos y todas esas cosas de las que él gozó en su ascenso con el fin de mostrar austeridad.
Ese crecimiento, sin embargo, no es inmaculado. Todavía hay ecos de su poder político en el ICBF Caldas con el fin de sacar votos a cambio de puestos, y por el que uno de sus colaboradores fue investigado por la Fiscalía por el delito de constreñimiento electoral. O su mención en la parapolítica, cuando en 2006 se dijo que había recibido dinero del Bloque Cacique Pipintá de las Autodefensas Unidas de Colombia - AUC para financiar su campaña a la Cámara de Representantes, caso archivado el año pasado por la Corte Suprema de Justicia.
Y está el caso de unos predios en Quinchía (Risaralda) que habría adquirido de manera irregular, pues hacen parte de un proceso de restitución de tierras. En 2012, Lizcano habría usado información privilegiada sobre la construcción de la carretera Pacífico 3 para comprar estos lotes con el fin de montar allí una estación de servicio. Un escándalo que no tuvo mucho eco pues los periodistas que iban a sacar la denuncia - Diana Salinas y Guillermo ‘Pirry’ Prieto - fueron censurados por los dueños del canal RCN (medio para el que trabajaban), a cambio de que en el Senado no se aprobara el impuesto a las bebidas azucaradas. Cabe recordar que la Organización Ardila Lülle es la dueña de RCN y de la empresa de bebidas gaseosas Postobón. El caso lo archivó la Corte Suprema de Justicia en 2020.
Todo este recuento es para tener presente quién es el hombre que en este momento le habla al oído a Gustavo Petro. Mauricio Lizcano es una moneda al aire que a veces usa su poder y eficacia con fines loables como aprobar los Acuerdos de Paz en el Congreso, o nefastos como el censurar a la prensa que lo investiga. Sabe a quién se le deben favores y a quién cobrárselos. No cabe duda de que no tiene escrúpulos y de que hará lo que sea necesario con tal de satisfacer las necesidades de su jefe, siempre en pro de su beneficio personal. Por su escritorio pasarán las próximas hojas de vida que llenarán los escasos cupos que el gobierno Petro piensa abrir en la presidencia, por lo que creo que con Lizcano no desaparecerá la burocracia sino que se transformará.
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