Joseph Biden será el presidente 46 de los Estados Unidos. Dirán que eso ya se sabía, que hace un mes el colegio electoral le había otorgado los 270 votos necesarios para ganar, pero solo hasta esta semana se confirmó y consolidó el conteo total de votos (81 millones 150 mil 731 sufragios contra los 74 millones 170 mil 241 que sacó el actual mandatario, Donald Trump) y el reconteo en aquellos lugares donde la administración Trump denunció fraude electoral.
Una paparrucha de denuncia: los abogados de la Casa Blanca culparon al finado Hugo Chávez de orquestar la manipulación del voto electrónico desde Venezuela y al servicio postal de desaparecer urnas e incluso de enterrarlas bajo una roca en medio del desierto de Nevada, como si se tratara de un mafioso en una película de gangsters. Nada comprobado, todo desmentido.
Ya conociéndose el resultado, y viendo el papelón que hacen el presidente gringo y sus colaboradores, curiosamente el mandatario colombiano, Iván Duque, dijo, durante el XIII Foro Atlántico, ser “de extremo centro”. Esta declaración lo pone cerca del espectro político del demócrata moderado Biden y contrasta con la posición que tenía su Gobierno en septiembre y octubre, cuando le apostaba a la reelección del racista, clasista, xenófobo y fascista de Trump.
En septiembre, Duque se alineó con la Casa Blanca para elegir al estadounidense Mauricio Claver-Carone (el candidato de Trump) como nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo - BID. Un apoyo que sentó mal en la región pues históricamente el cargo lo había ocupado un latinoamericano y este personaje es abiertamente anti Venezuela y anti Cuba.
En octubre, el Centro Democrático (partido de Iván Duque) hizo explícito su apoyo a Trump a través de las redes sociales y enviando emisarios a Florida para que regaran el engañoso discurso del castrochavismo, al punto que la embajada estadounidense emitió un comunicado advirtiendo la intromisión del Gobierno colombiano en las elecciones gringas.
Ahora, en una voltereta común en nuestros políticos y aplaudida por quienes ven en esto las habilidades de un estadista, Duque asegura ser del “puro centro”. Y lo dice sin ponerse colorado. Negando a su jefe político, el expresidente Álvaro Uribe, y las prácticas que durante su Gobierno se implementaron y que regresaron con la llegada de su discípulo a la Casa de Nariño: asesinato de líderes sociales, reaparición de grupos paramilitares, hostigamiento a la oposición y persecución a periodistas.
Sergio Guzmán, director de la consultora Colombia Risk Analysis, advirtió a El País de España que “Duque ha comprometido seriamente esa relación privilegiada que tiene con Estados Unidos” (https://bit.ly/2VGwORQ). Por su parte, la analista en política internacional Sandra Borda me dijo, poco después de las elecciones estadounidenses, que la Casa Blanca no olvidará lo hecho por el Gobierno colombiano y dificultará muchos procesos bilaterales, sean comerciales o políticos.
Calificarse de “puro centro” es una posición acomodada de Iván Duque. Un intento de lavar su imagen ante el presidente electo Biden y enmendar las relaciones con EE.UU., saboteadas con entusiasmo idiota por la canciller, Claudia Blum, y el embajador en Washington D.C., Francisco Santos. Duque es de puro centro… de puro Centro Democrático. Y llamarlo “estadista” es tan estúpido como decir “extremo centro”. O sea, un oxímoron.

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El alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín, anunció que para el 2021 el Gobierno local asumirá el programa Guardianas de la Ladera. ¡Albricias! Independiente de quien se encargue - sea Fesco, sea Corpocaldas, sea la Alcaldía -, la labor de estas mujeres es importantísima para la prevención de desastres en la ciudad y no se debe descuidar su sostenimiento a futuro.