“La contribución más importante de un museo es dar identidad a un país o una región. La identidad aporta cohesión social”. John W. O’Hagan, investigador del Trinity College, Dublín (Irlanda)
Caldas y Manizales tienen una deuda pendiente, desde hace años, con la cultura; particularmente con el Museo de Arte de Caldas (MAC). Lo ocurrido la semana pasada, durante la inauguración de la exhibición El nido que alimenta del pintor Diego Arango Arango, evidencia la ignorancia de quienes trabajan en InfiManizales (entidad pública que gestiona los proyectos de la ciudad), particularmente de su director de bienes inmuebles, Hernán Roberto Meneses, sobre la importancia de este espacio.
Las declaraciones que dio a Radio Nacional de Colombia son las de un tecnócrata ambicioso, ignorante de la cultura y la historia del MAC. Señala que en los últimos cinco meses - de pandemia y sin promoción - asistieron menos de 150 personas al espacio, “motivo por el cual consideran que no es equiparable con el valor del sostenimiento del Museo, que supera los seis millones de pesos mensuales”. Un cálculo de visitantes que, a día de hoy, no han explicado de dónde sale, pues el lugar no tiene torniquete o taquilla (su entrada es libre).
Agrega el funcionario: “A la inauguración de la obra del maestro Arango solo asistieron 20 visitantes”. Solo 20, como si fuese algo malo en tiempos de pandemia el distanciamiento en un espacio cerrado y sin mayor ventilación, como es la sala Óscar Naranjo del Teatro Los Fundadores.
Y concluye: “Si ellos (el MAC) quieren mantener ese espacio, deben presentarnos un proyecto grueso e interesante”. Una declaración así solo puede venir de alguien que desconoce la historia del MAC y sus exposiciones. El Museo tiene al menos 300 obras en su colección; piezas que no podemos apreciar en su totalidad porque, desde que se planteó la creación de un museo para la ciudad, vienen prometiendo espacios: desde la antigua Alcaldía (demolida en 2002 para construir la Plaza Alfonso López), pasando por el Centro Cultural del Café (un auditorio) y la actual sede (limitada en espacio). Han sido 20 años errantes.
El señor Meneses parece no entender que para atraer público y construir audiencias es necesario tener un lugar al que se pueda promocionar y mostrar, no ocultar en los bajos de un teatro o en un edificio de oficinas. Un espacio fijo le permite a un museo planear a largo plazo exposiciones, muestras y conversatorios. Y fomenta identidad y sentido de pertenencia.
Pero hablemos de lo que parece interesar más a este funcionario: la plata. El museo del Louvre, el más visitado del mundo según Aecom Tea (organismo de investigación que compara la evolución de frecuentación en las grandes instituciones del mundo), recibió a 105 millones de visitantes en 2019 y, aún así, deben buscar recursos con benefactores privados, mecenas y actividades ajenas a su función principal, como desfiles de modas o alquilar el espacio para que la cantante pop Beyonce grabe un video. Porque un museo es más que un espacio donde se cuelgan cuadros y se exhiben esculturas; son centros de investigación, restauración y recuperación de material histórico que nos ayuda a entendernos como cultura y sociedad desde el arte. Labores que requieren de financiación.
El Louvre, un establecimiento público administrativo del ministerio de Cultura francés (como lo es el MAC para InfiManizales), calcula que, debido a la pandemia, solo tendrá un 30% de su asistencia normal. Y el Reina Sofía (España), el Rijksmuseum (Países Bajos), el Hermitage (Rusia)… todos pasan por la misma situación: bajas audiencias. Pero en ningún lado han propuesto que se desalojen para dar espacio a “una serie de proyectos para la reactivación económica”, como lo contó el presidente de la junta directiva del Museo de Arte de Caldas, Gabriel Barreneche. ¡Sería escandaloso!
Además, ¿qué proyectos de reactivación económica podrían proponer? ¿Un call center, que rápidamente ayuda a aumentar índices de empleo en una ciudad como esta? ¿Una fonda, como las que aparecen de manera espontánea por toda la Avenida Santander, sin control de espacio público, sin respeto con el contexto en el que están, que mueven mucho dinero y que constantemente están cambiando de fachada y nombre? Lugares que, para ponerlo en un modo simple, afean la ciudad. Sí, feos, porque algo que uno aprende yendo a los museos es estética.
El lío con InfiManizales se calmó con una prórroga al contrato del uso de la sala Óscar Naranjo y un apoyo de $20 millones. Pero la deuda de la ciudad (y el Departamento) con el MAC está pendiente y es el de darle un espacio adecuado y digno para sus funciones. Uno que nos ayude a construir una identidad local y nos “enriquezca” culturalmente.
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