Debe haber mucha gente apretando nalga en este momento en Caldas. Son cerca de 3.500 comunicaciones interceptadas por la Fiscalía General de la Nación en el caso que le están armando por corrupción al senador Mario Alberto Castaño Pérez, proceso que ahora se conoce como Las Marionetas. Ya capturaron a nueve personas y una de ellas, Claudia Marcela Castaño Morales, hizo un preacuerdo con los investigadores para aceptar su participación en este entramado (que las autoridades llaman Grupo Delincuencial Organizado - GDA) que habría desviado para su bolsillo alrededor de $60 mil millones de los recursos públicos. Y faltarían unos 50 involucrados más; hasta la mamá del congresista está metida.
El proceso se filtró una semana antes de las elecciones buscando erosionar el poder político de Castaño Pérez, cacique liberal en el departamento desde hace casi una década, pero la denuncia se hizo muy tarde. Ya para ese entonces la maquinaria política estaba bien engrasada y los votos comprometidos. Si acaso afectó el voto de opinión, que poco influye, y el de los liberales en Manizales, donde el senador tiene poca influencia. El verdadero poder de Castaño Pérez está en los municipios (Pácora, su tierra natal; La Dorada, Aguadas, La Merced, Salamina, Norcasia y Risaralda) y en otros departamentos (en San Andrés, por ejemplo, puso una valla para que votaran Liberal 09 con el rostro de un personaje conocido en la isla), una tarea que viene haciendo con juicio desde hace tiempo y a la que la Fiscalía le está poniendo la lupa.
La primera vez que supe de Mario Castaño fue en 2008, época por la cual se venían haciendo una serie de acusaciones a la Industria Licorera de Caldas - ILC y que involucraron al entonces gobernador de Caldas Mario Aristizabal Muñoz. Fueron muchas horas las que le dediqué a conocer este caso, leyendo contratos y certificados de Cámara y Comercio, para poder escribir las columnas que en ese entonces publiqué denunciando lo que allí ocurría. Varios de los allí mencionados terminaron destituidos de sus cargos o en la cárcel, como es el caso del entonces gerente de la ILC Carlos Arturo Fehó Moncada.
Sin embargo, enfocarse en los peces gordos permitió que otros personajes que hacían parte de esa estructura de contrataciones irregulares se hicieran al poder. Caso Mario Castaño. De esa época conservo un organigrama y un panfleto que algunos empleados de la ILC distribuyeron por la ciudad para alertar sobre lo que ellos llamaban “el segundo gran robo a Caldas” y “el manejo mafioso” que se le estaba dando a la principal empresa del departamento. Desde la Gobernación decían que no había que prestarle atención a esa divulgación por ser mentirosa, empero muchas de las cosas allí descritas sí sucedieron.
Allí aparece el hoy senador, que en ese entonces era el coordinador de costos, jefe de la oficina financiera y gerente financiero y comercial de la ILC y cabeza del Sindicato de Trabajadores de la Industria Licorera de Caldas - Sintrabecolicas. Lo señalan de ser el encargado de manejar los contratos chimbos de distribución de licores y la creación de empresas para fomentar el contrabando desde la Guajira hasta el Cauca. Un negocio que lo habría hecho millonario en un par de años y en el que también aparece relacionado su llave al Congreso, el exalcalde José Octavio Cardona León
La ambición de Mario Castaño sería tal que, como líder de Sintrabecólicas, pedía un porcentaje de las utilidades de la cafetería de la Licorera. Ya empieza uno a entender por qué ese sindicato lo sacó del cargo en 2010 considerándolo persona no grata.
Desde entonces mucho ha sucedido con este personaje que de gris contador pasó a congresista en un abrir y cerrar de ojos. Hoy tiene 31 propiedades (25 de ellas adquiridas desde que comenzó su paso por el Congreso en 2014), combos de maquinaria con el que se gana las bendiciones y votos de las zonas rurales, y hace canchas de fútbol en los territorios liberales de Caldas para poder aterrizar en ellas su helicóptero. Como congresista, Castaño Pérez se destaca por su ausentismo. Nada más. Tal vez de aliarse con Carlos Felipe Mejía para sacar adelante lo de Aerocafé, pero no fue su iniciativa. El ausentismo lo justificó aduciendo problemas de salud, pero es que ni por Zoom se conectaba a las plenarias. Pero si de algo debe padecer Castaño Pérez debe ser de dipsomanía pues al ser confrontado por las grabaciones que evidencian las coimas que pedía, dijo estar borracho. Borracho en 3.500 llamadas. Borracho de poder es lo que está y quienes padeceremos la resaca seremos los caldenses que, una vez más, seremos asociados a la corrupción política en el Congreso de la República.
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