Alejandro Barrera Escobar

Hace unas semanas el Consejo Privado de Competitividad publicó los resultados del Índice Departamental de Competitividad 2022 (IDC 2022), un resumen integrado de 106 indicadores con comparabilidad regional que anualmente mide el aceite de fortalezas, debilidades y brechas territoriales que reflejan sus capacidades de crecimiento y desarrollo. En líneas generales, se mantienen las mismas regiones en el top 10 histórico, encabezado por Bogotá y Antioquia con 8,59 y 6,93 puntos, destacando Risaralda y Santander que lograron ascender en el ranking. En el Eje Cafetero, Risaralda con un puntaje de 6,33 sería el departamento más competitivo de la región, ocupando el cuarto puesto en el país, seguido de Caldas con un puntaje de 6,03 y Quindío con 5,84 puntos, logrando la séptima y octava posición nacional.
El IDC 2022 en Caldas registra ventajas de competitividad en los pilares de infraestructura, adopción TIC, educación superior e innovación, donde el departamento lidera teniendo las posiciones 4, 3, 5 y 3 entre las 33 regiones de Colombia respectivamente; mientras tiene retos de cierre de brechas en sostenibilidad ambiental, sistema financiero, mercado laboral, entorno de negocios y sofisticación y diversificación, en donde logra posiciones de mitad de tabla para abajo.
Según indicadores, las principales dificultades del departamento se encuentran en gestión de regalías, capacidad fiscal (ahorro y recaudo), transparencia, red vial primaria, conectividad aérea, ancho banda de internet, deforestación, servicios ambientales, empresas con certificación ISO 14001, inversión salud pública, mortalidad materna, cobertura educación básica y media, saber 11, trámites, competencia de mercado, registro empresas, desempleo, participación laboral, brecha laboral de género, cobertura sistema financiero, diversificación exportaciones, inversión actividades de ciencia, tecnología e innovación (CTI) y productividad científica.
Así, desde una lectura de posiciones, lo anterior marca una ruta de discusión y revisión por parte de las instituciones involucradas en el territorio, desde la objetividad de las estadísticas, la comparación regional, y la comprensión de las fuentes de información. Sin embargo, su análisis estático impide reconocer aquellos temas donde el departamento ha retrocedido y que, por ende, su intervención es urgente. Para esto, es necesario revisar la evolución de los puntajes o valores normalizados del índice, en este caso disponibles para el periodo 2020-2022, donde inicialmente Caldas muestra una reducción en el puntaje global obteniendo 6,0650 puntos en 2020, 6,0603 en 2021 y 6,0338 en 2022.
Explorando una mediana entre 2020 y 2021 y la diferencia con resultados 2022, resulta en el balance que entre los 106 indicadores el 42,5% redujeron su puntaje, 44,3% aumentaron y 13,2% se mantuvieron en promedio sin variación. Entre los de mayor disminución (menor a -1,0 puntos) se encuentran variables como proporción de estudiantes en Educación para el Trabajo y el Desarrollo Humano (ETDH) matriculados en instituciones certificadas, gestión de recursos, capacidad de ahorro, mortalidad materna, cobertura neta en preescolar, brecha en empleo vulnerable entre hombres y mujeres, matriculados en programas TIC, brecha en tasa de desempleo entre hombres y mujeres, Índice de Gobierno Digital, cobertura de vacunación pentavalente (DTP) y cobertura de vacunación triple viral.
Por su parte, también se presentaron indicadores que aumentaron su puntaje (mayor a +1,0 puntos) que fueron la tasa de participación laboral, egresados del SENA vinculados al mercado laboral, grado de apertura comercial, dominio de segundo idioma, calidad de docentes de educación superior, brecha de formalidad laboral entre hombres y mujeres, porcentaje de vías a cargo del departamento en buen estado, diseños industriales, camas de servicios especializados, patentes, modelos de utilidad y red vial a cargo del departamento por cada 100.000 habitantes.
En conclusión, el IDC debe utilizarse como un instrumento de diagnóstico externo que expone las realidades en el territorio, lo cual, debe promover una conversación entre agentes sobre los desafíos de competitividad en Caldas, donde se formulen estrategias de cierre de brechas y avance real y gradual en los indicadores de medición. Ahora bien, dichas conversaciones deben superar las reuniones y talleres caracterizados por el protagonismo individual de las instituciones, y enfocarse en entender la lógica del indicador de medición, su alcance de intervención y las acciones claras para su movilización.
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