Alejandra María Restrepo Franco

Los datos parecen producirse a escalas sin precedentes. Los sensores, los dispositivos portátiles y el Internet de las cosas (IoT) traducen continuamente los movimientos físicos y los estados de cosas en puntos de datos. Al navegar por Internet o utilizar las redes sociales, las herramientas analíticas procesan todos y cada uno de los clics. Los intereses y comportamientos de compra se incorporan a anuncios y productos personalizados. Los automóviles conectados en red recopilan a gran escala datos de vehículos y tráfico. La medicina de precisión promete personalizar la prevención, el diagnóstico y los tratamientos según las características y circunstancias específicas de cada paciente. El IoT amplía aún más la digitalización, la datificación y los objetos en red. La observación recurrente es que el procesamiento de datos será cada vez más omnipresente y poderoso. Ahora somos testigos de transformaciones en la forma en que percibimos, pensamos, valoramos, comunicamos, negociamos y consumimos las cosas.
Una pregunta apremiante, si no la más importante es, ¿en el contexto de la digitalización se respetan los derechos fundamentales de los sujetos individuales?, la ética de los datos ha sido definida como una rama de la ética aplicada que describe los juicios de valor y los enfoques que hacemos al generalizar, analizar y difundir datos (UK Government, 2018). Cada vez más, actores públicos y privados se plantean cómo escalar su impacto a través del uso de la tecnología, pero al mismo tiempo, el uso y gestión de los datos personales de millones de personas preocupa a los ciudadanos y existe un sentimiento de urgencia sobre la necesidad de proteger la seguridad y privacidad de los datos usados. Pero, más allá de los ya conocidos potenciales problemas de privacidad asociados a la apertura de datos, sobre los que ya se ha debatido en profundidad y para los que también se ofrecen ya soluciones y guías prácticas, surge últimamente también con fuerza un debate más general y complementario en torno a la aplicación de las normas éticas en la recolección, gestión y uso que hacen las organizaciones de los datos.
Pero, ¿por qué la ética ahora es tan tema importante en contextos técnicos, más que nunca? La respuesta tiene que ver en parte con las velocidades, escalas y omnipresencia sin precedentes con qué los avances técnicos están transformando el tejido social de nuestras vidas, y la incapacidad de los reguladores y legisladores para mantenerse al día con estos cambios. Históricamente, las leyes y los reglamentos han sido instrumentos importantes para preservar la buena vida dentro de una sociedad, pero hoy están siendo superados por la velocidad, la escala y la complejidad de los nuevos desarrollos tecnológicos y sus impactos sociales cada vez más generalizados y difíciles de predecir. Además, muchos legisladores carecen de la experiencia técnica necesaria para guiar la dinámica tecnología.
Un claro ejemplo es “Cambridge Analytica”, la famosa “gran fuga” de datos, donde la información de más de 50 millones de usuarios de Facebook fue utilizada sin consentimiento en el año 2014, para comercializarlos ilegalmente con terceros, específicamente para uso en campañas políticas, lo que puso sobre la mesa la pregunta de cuál debería ser el uso de los datos personales. Si bien los ejercicios éticos viven en amplio espectro y están abiertos a la subjetividad y los matices, actualmente llegamos incluso a los millones de petabytes, en una combinación entre datos mixtos, estructurados (mediante hashtags, palabras clave, algoritmos matemáticos) y no estructurados (conversaciones, interacciones sociales, imágenes), y frente a estos volúmenes de información, es lícito preguntarnos quién maneja toda esta información, para qué la usan las organizaciones, e incluso, qué nuevos modelos de negocio emergen a partir de todas estas mediciones.
La ética en la gestión de la información es un concepto multifacético, que incluye algunos requisitos implícitamente relacionados o en conflicto. A medida que la ética tecnológica está comenzando a ser reconocida como un requisito del sistema, argumentamos que un ingrediente clave es lograr una visión explícita y holística de la ética, ya que los datos son el núcleo de los sistemas de información modernos. Para tal fin, es importante empezar a discutir los desafíos de introducir la ética durante las fases del ciclo de vida de la información, como un paso necesario para permitir que las diferentes partes interesadas promulguen regulaciones legales y se benefician igualmente las modernas técnicas de procesamiento de datos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015