Adriana Villegas Botero


En Manizales he recibido dos veces, en la semana en la que se cierra la inscripción de candidatos para elecciones populares, la invitación a participar en una lista como aspirante. Sin haber ido a una reunión de partido ni conocer a quienes lo integran, lo llaman a uno (debería decir a una) a proponerle que se lance. La invitación llega con piropos, pero en realidad lo que se espera es que uno (una) les haga el favor de servir de comodín, de “toña”, para completar la cuota de género. Así, los varones pueden inscribirse sin problema.
El nuevo gobernador de Caldas es hombre. El nuevo alcalde de Manizales es hombre. Ambos triunfaron sobre candidatos hombres porque ninguna mujer compitió con ellos. El departamento tiene 3 alcaldesas y a partir de enero quedará solo una. El Concejo de Manizales tiene una mujer y en los próximos cuatro años tendrá solo hombres. El premio de consolación es la Asamblea, que tendrá 3 diputadas mientras que hoy solo tiene una, que llegó a su curul luego de la renuncia de un copartidario.
No comparto el lema de “mujer vota mujer”. En las mujeres, como en los hombres, hay una amplia gama política: con unas me identifico y con otras no. Por más mujeres que sean a mí no me representan políticas como Marta Lucía Ramírez, Vivian Morales, Paloma Valencia, María del Rosario Guerra, o, para hablar del plano local, no me representan la destituida Luz Adriana Moreno Marmolejo ni Adriana Gutiérrez. Y en cambio sí me representan algunos hombres por los que voto tranquila.
Porque para votar por una mujer no basta con que sea mujer. Hay que revisar sus ideas, propuestas y alianzas. Con las candidatas me pasa lo mismo que con los candidatos: no me gusta votar por gente mal acompañada o por aspirantes que están en listas en donde mi voto termina beneficiando a un personaje que ocupa la antípoda del espectro político que defiendo.
El resultado electoral del domingo dejó muchos remezones. No solo perdieron el Partido Liberal y el Centro Democrático: hubo un relevo generacional que espero sea también un relevo de liderazgos, ideas y discursos (qué cansancio otros 4 años de Tribugá y Aerocafé). Pero en la lista de perdedores sumo a las mujeres, o mejor a nuestra sociedad: mientras en Bogotá una lesbiana ocupará el Palacio Liévano, para dicha mía y para horror de Salud Hernández, otra mujer que tampoco me representa, en Manizales ni siquiera hay suficientes candidatas. No es que pierdan: es que con contadas excepciones ni siquiera aspiran.
¿Por qué? No sé... esta es una sociedad machista en la que se le hace trampa a la cuota de género, ajustando los gabinetes con cargos técnicos y jefes de unidad para alcanzar el mínimo del 30%; una ciudad universitaria que solo tiene como rectora mujer a una monja; una ciudad que tiene varias mujeres al frente de gremios pero pocas al frente de juntas directivas y empresas del sector real; una ciudad con muchas mujeres trabajadoras subordinadas a jefes hombres; una ciudad en donde buena parte de la educación pública básica no es laica y sigue en manos de comunidades religiosas, nicho patriarcal; una ciudad en la que algunos creen que el rol electoral de la mujer es aspirar a primera dama. Lo que pasa en la política refleja los espacios de ciudad.
Habría que revisar qué mecanismos reales de participación abren los partidos para las mujeres. En las JAL y JAC ellas son muy activas. Allí el espacio no es tan competido, quizás porque trabajan gratis. Pero en la aspiración a concejos, asambleas, alcaldías y gobernación aparece el famoso techo de cristal.
¿Cuál es la agenda que se discute en las reuniones de los partidos? ¿Quién las preside? ¿Quién las convoca? ¿A qué horas se realizan? ¿Son horarios a los que pueden ir mujeres trabajadoras y con hijos? ¿Cuál es el perfil de las que participan? ¿Cuál es la ruta para ingresar a un partido? Y a las ejecutivas que ocupan puestos públicos ¿en qué cargos las nombran? ¿son cargos con poder real, presupuesto y visibilidad? O por el contrario ¿son roles que refuerzan el prejuicio de que el espacio laboral de las mujeres es en oficios del cuidado del otro? Quizás en esas respuestas esté parte de la explicación sobre por qué acá tenemos tan pocas mujeres en la política.
Entre los fenómenos de estas elecciones estuvo el colectivo “Estamos listas” que nació hace meses en Medellín, inscribió mujeres para el Concejo y ganó una curul. Lo hicieron a su manera, con sus ritmos y su agenda. Convendría aprender de ese proceso.
Nota al pie: Me ilusiona que los resultados electorales catapulten a la paisana Ángela María Robledo como presidenciable. Excelente opción.
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