Hace días me invitaron a presentar «¿Por qué los matan?», el último libro del politólogo Ariel Ávila, en donde desmenuza la radiografía de la matazón de líderes sociales en Colombia. El autor señala que según la Defensoría del Pueblo cada dos días asesinan a un líder social; que hay zonas particularmente violentas como el Pacífico y el Bajo Cauca Antioqueño, y que aunque los victimarios son diversos, sí hay un patrón común entre las víctimas: líderes comunitarios, ambientalistas, defensores de los reclamantes de tierras, y activistas de derechos humanos.
Repito: cada dos días matan a un líder social, pero además de homicidios hay amenazas con panfletos, llamadas, seguimientos, agresiones sexuales y otras formas de violencia.
La mala noticia, según Ávila, es que ya casi hay elecciones y las cifras evidencian que los ataques suben durante la campaña y en los días previos a los comicios.
El libro me generó un interrogante: ¿por qué en Caldas este fenómeno parece lejano? No me refiero a la distancia entre el campo y la ciudad, sino al supuesto oasis de paz que vive esta región y que tanto se ha cacareado en el pasado. En los años 90 y comienzos de este siglo se repitió que el Eje Cafetero era un remanso de paz, como si en esta zona no hubiesen operado las Farc, el ELN, el EPL, las autodefensas de Ramón Isaza y Ernesto Báez, o como si no hubieran sido aquí las pescas milagrosas de Irra, las tomas guerrilleras de Arboleda y San Lorenzo, los secuestros en Aguadas, Salamina, Samaná, Riosucio y Pensilvania, los desplazamientos forzados en el oriente y el occidente, los homicidios en resguardos indígenas, las desapariciones en La Dorada, Victoria y Riosucio, y las investigaciones a numerosos parapolíticos, por mencionar apenas retazos de nuestra historia reciente.
Como eso pasó hace pocos años y ahora el país vive una violencia atroz contra líderes sociales, el libro de Ávila me generó entonces la pregunta: ¿por qué en Caldas no los matan?
La inquietud admite al menos dos respuestas y empiezo por la corta: el planteamiento es parcialmente falso: sí los matan, aunque menos que en otras partes. El autor indica que entre 2002 y 2019 fueron asesinados 17 líderes sociales en Caldas, es decir uno por año. Mucho menos que los 166 de Cauca o los 145 de Antioquia, pero más que en Tolima, Quindío, Atlántico, Sucre o Magdalena, por mencionar algunos departamentos. Los últimos nombres que entraron a esa lista de muertos fueron Cesar Augusto Parra, vocero de los mototaxistas en La Dorada; Alciviades de Jesús Largo Hernández, del Resguardo Cañamomo Lomaprieta y los miembros del Resguardo de San Lorenzo, Serafín Díaz y su hijo César Augusto Díaz.
La otra respuesta es la que me dio Ariel Ávila cuando le trasladé la pregunta en la presentación de su libro y la resumo acá: en Caldas no matan a los líderes sociales porque no hay necesidad: “En Caldas hay otras formas de cooptar y silenciar. La mayoría de los trabajos dependen de la administración pública y entonces los políticos compran a los líderes, les dan cargos, los ponen a participar. Caldas debería preocuparse por no tener un movimiento social fuerte, más allá de unas cuantas veedurías y ONGs. El daño de la cooptación es el mismo para la democracia y la sociedad, pero silencian sin necesidad de matar. Entonces creo que Caldas está muy mal, porque cierta clase política ha mantenido muy controlado al movimiento social por diferentes medios desde hace 30 años. Si hubiera un movimiento social que despertara más y tuviera más actividad, seguramente llegarían los homicidios”.
Hace dos semanas le oí a Ávila ese planteamiento y me sigue dando vueltas. No porque dude de su precisión, sino porque me pregunto qué mecanismos necesitamos para estimular la participación política y comunitaria, con garantías de libertad y seguridad.
Pie de página: El concejal Víctor Cortés está en detención domiciliaria, acusado de delitos sexuales con menores de 14 años. Más allá de la responsabilidad penal, que le compete al juez, me pregunto por su rol de representación política: ¿renunciará a su curul? ¿qué dice el Partido Liberal que lo avaló?
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