Hay formas escuetas para informar sobre un fallecimiento: Nicole Paola Loaiza Gallego, “La Gaga”, entró el domingo con un cliente a una residencia del centro de Manizales. El hombre salió y al ver que Paola se demoraba sus compañeras fueron a buscarla. La encontraron muerta.
Hay detalles importantes: El comunicado de la Secretaría de la Mujer y Equidad de Género de la Alcaldía de Manizales pide que se “esclarezcan los hechos que dieron lugar a esta lamentable situación, den con el responsable y garanticen la no repetición”. Allegados me dicen: “Ella se broncoaspiró”. Pienso: contrario al prejuicio, las trans también mueren de muerte natural.
Hay formas detestables para contar una muerte: decirle “alias” al apodo afectivo con el que los deudos le llamaban; hacer énfasis en el trabajo (por ejemplo la prostitución) para justificar o restarle gravedad, o llamar a las personas trans por el nombre de la infancia y no por el que adoptaron con su cambio de género.
Hay estadísticas que contextualizan estas noticias: según la Cámara de Comerciantes LGBT solo 4 de cada 100 personas trans tienen contrato laboral. Según la ONG Colombia Diversa, las mujeres trans son las que más violencias sufren dentro de los sectores LGBTI. En 2020 fueron asesinadas 45, con un promedio de edad de 37 años; 89 recibieron amenazas y otras 71 denunciaron violencia policial. En plena pandemia las cifras superaron en más del doble las de 2019.
Hay recuerdos que humanizan la memoria de una mujer trans. Shaira Maritza Franco, autora del libro ilustrado “Guapa”, destaca que Paola fue muy buena hija: “Vivía pendiente de la mamá y todo lo que ganaba era para la familia”. Dice que le gustaba reír y compartir con las compañeras y relata con cariño la primera vez que Paola se vistió como mujer: “Fue hace 9 años para un cumpleaños mío. Ella estaba súper contenta por su tránsito y la mamá siempre la apoyó”.
Hay formas políticas para denunciar las violencias contra personas trans. El comunicado de Armario Abierto titulado “Estamos de luto por Paola” dice: “Rechazamos los altos índices de impunidad y la falta de seguimiento ante nuestras muertes. Es como si al pensar que nuestras vidas no merecen ser vividas, nuestras muertes tampoco merecieran ser lloradas y mucho menos esclarecidas”. Lo leí y recordé “No hay rastro de Tehuel de la Torre”, un reportaje de Claudia Piñeiro en El País sobre la desaparición de un trans en Argentina. La campaña contra la desidia institucional incluyó carteles con el lema: “Buscalo como si fuera CIS”.
Hay formas literarias para explorar estos temas. En la novela autobiográfica «Las malas» Camila Sosa Villada escribe: “Las travestis trepan cada noche desde ese infierno del que nadie escribe, para devolver la primavera al mundo”. En la novela gráfica «Beya (Le viste la cara a Dios)» Gabriela Cabezón Cámara muestra los riesgos que enfrentan las prostitutas: “y eso te lo hacen saber,/ no te vayas a olvidar,/ que ellos te pueden pasar/ a degüello como a un chancho/ y filetearte después/ como si fueras jamón”.
Hay palabras potentes para explicar el miedo y la digna furia. Alma Ortiz-Giraldo escribe: “Salir a caminar en una ciudad como Manizales es un acto de fe. Solo caminar ya es una amenaza para nuestras vidas. Nos gritan cosas, nos lanzan cosas, nos transforman en cosas; nos quieren muertxs, no-existiendo; condenadxs a la liminalidad donde habitamos rincones donde su ojo patriarcal, clasista, machista, transmisógino, racista, capacistista y xenofóbico no nos ve”.
La semana pasada mataron a Andrea Velasco en Santander de Quilichao, cerca de Miranda, Cauca, en donde hace un año un soldado le disparó en un retén a Juliana Galvis, y el homicidio quedó grabado en video. Este año también fueron asesinadas Shirley Sánchez, en Chinchiná; Samantha, en Mariquita; Tatiana, en Rionegro; Andrea Moreno, en Calarcá; Lucía Moscoso y Verónica Solano, en Bogotá; Yeray Hurtado y Giovanna Betancourth, en Cali; Michel Ramos, en Cartagena y la lista continúa. Van 29.
Hay muchas formas de abordar las muertes naturales y violentas de las mujeres trans. La más usual es el silencio. Actuar como si fueran invisibles: muertes transparentes.
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