Uno de los encantos de los podcasts consiste en que uno los oye a destiempo. En estos días de balance de la gran gestión de la canciller Angela Merkel, la principal líder política de este siglo en Europa, oí un episodio de “Filosóficamente liberal” grabado hace más de dos meses con Peter Ptassek, embajador de Alemania en Colombia. El diplomático explicó que Merkel es conservadora y su partido se ubica en la centroderecha de su país, pero “acá en Colombia ella podría tildarse como castrochavista”. Sus decisiones a favor de los migrantes o contra la energía nuclear y de combustibles fósiles así lo confirman.
La aclaración del embajador es útil en este precalentamiento de la campaña presidencial. Uno tiene derecho a soñar para Colombia con estadistas como Merkel, pero mientras allá votaron por esta doctora en física durante cuatro elecciones, acá llevamos ese mismo tiempo enfrascados en el miedo que siembra el uribismo antes de cada elección: “ya viene el castrochavismo”, nos dicen, para referirse a todo aquel que no encaja en su credo. Si Merkel clasifica como castrochavista entonces pienso: “ojalá”.
En Colombia, donde los partidos políticos son tan débiles, las elecciones giran en torno a simpatías singulares, con los riesgos caudillistas y mesiánicos que eso implica. Como nuestros partidos tienen el peso ideológico de una pompa de jabón, el debate se reemplaza con etiquetas de “derecha” e “izquierda”, que se asignan con demasiada simplificación, para concluir que supuestamente estamos polarizados entre esos dos extremos.
En uno de los ensayos de la colección “Futuro en Tránsito”, de la Comisión de la Verdad (que se puede descargar gratis por Internet), Lariza Pizano escribe: “la tal polarización política no existe”. Siguiendo al politólogo de la U.Nacional Francisco Gutiérrez, lo que ha ocurrido es “un fenómeno de radicalización política, en concreto, de la derecha (…) La izquierda en Colombia hoy admite la economía de mercado, plantea el juego político en el marco de las normas democráticas y no está apegada a una retórica de política exterior estigmatizante (…) En contraste, la derecha se ha radicalizado y con la creación del Centro Democrático como competidor político tomó fuerza un discurso que terminó volviendo moderado al Partido Conservador”.
¿Qué entendemos por derecha e izquierda? ¿cómo juntar libre mercado y propiedad privada con inversión social y compromiso a fondo con los derechos humanos? En el podcast el embajador destacó una cualidad de Merkel: su actitud receptiva para acoger ideas de distintos partidos, sin importar su origen. El Muro de Berlín cayó hace 30 años y hace 4 se desmovilizaron las Farc, pero alguna retórica política sigue anclada en ese pasado que descalifica como “mamertos castrochavistas” o “fachos neoliberales” a candidatos que se alejan de los extremos ideológicos y que, en consecuencia, lucen tibios para quienes consideran que los consensos son claudicaciones.
Hace cuatro años Germán Vargas Lleras punteó la intención de voto durante muchos meses antes de desinflarse y ese dato es útil para quienes leen las encuestas de hoy. Al final a Sergio Fajardo le faltaron 250.000 votos para pasar a la segunda vuelta, Humberto De la Calle sacó 400.000, y esa fragmentación provocó que la decisión quedara entre la Colombia Humana y el Centro Democrático, los dos extremos en contienda. El miedo a cualquiera de esas dos opciones movilizó la votación, que tuvo que desplazarse desde el centro hacia las orillas.
Hay un meme popular en redes sociales que puedo adaptar para mí: en esta columna se apoya el aborto legal, el matrimonio igualitario, el feminismo, la eutanasia, la despenalización de las drogas, el Estado laico, la libre migración, el proceso de paz y la inversión en educación. Quisiera votar por alguien “filosóficamente liberal”, como el podcast que mencioné, con experiencia en administración pública, alta formación académica y sensibilidad por las artes y la cultura (no se me olvida que Uribe dijo que llevaba 20 años sin ir a cine). Alguien distante del uribismo, pero también de los mesianismos. Confío en que el centro logre aglutinarse alrededor de un candidato menos débil que Fajardo y que la calidad del debate gane peso discursivo. Ya veremos cómo evolucionan las campañas, pero por ahora el anuncio de Alejandro Gaviria de lanzarse a la Presidencia me produce ilusión.
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