Hoy conoceremos los nombres de los nuevos gobernadores y alcaldes, que ganarán por decisión de las minorías.
Es común escuchar en los discursos triunfalistas de los vencedores falacias disfrazadas de frases rimbombantes como “triunfó la democracia” o “la mayoría expresó su decisión en las urnas”. La realidad es que cerca de la mitad de la gente prefiere quedarse en casa porque es abstencionista y entre la otra mitad que sí participa el voto se dispersa en distintas opciones. El que gana y gobierna lo hace por decisión de una minoría, que a veces es significativamente pequeña o que triunfa de manera apretada.
Hace cuatro años para las elecciones de alcalde de Manizales podían votar 321.294 personas. De ellas el 43% no votó. Octavio Cardona ganó con 49.466 sufragios, es decir el 15,4% del censo electoral. En el caso de Guido Echeverri la abstención fue un poco menor: de 777.241 ciudadanos habilitados el 41,5% se abstuvo de participar y el actual gobernador consiguió 198.562 votos que representaron el 25,5% del potencial.
Es decir: llevamos cuatro años gobernados por un alcalde elegido por el 15% de la ciudadanía y un gobernador votado por el 25%.
Esto ocurre en todo el país y no resta legitimidad a los mandatarios, pero en ocasiones sí genera dificultades en la gobernabilidad porque, como lo evidencian las cifras, son elegidos por minorías. La mayoría está compuesta por un espectro variopinto que incluye ciudadanos que votan en blanco, que no votan, que votan por otro candidato que los convence más o que votan en contra del ganador, a quien consideran la peor opción.
Esta tarde sabremos quienes ganan. Quisiera que gobernaran pensando en el bien común de todos y no en favorecer únicamente a la minoría que los elige o al grupúsculo que los financia.