Adriana Villegas Botero


Disfruto esculcar archivos antiguos de prensa porque me permiten relativizar el presente y pensar en el futuro.
Leo en La Patria de abril de 1923: “Yegua Mora: el señor alcalde de Aguadas comunica al de esta ciudad que averigüe si aquí se ha perdido una yegua mora, de unos diez años de edad, con marca confusa en la pierna izquierda, que se halla depositada en aquel municipio”.
Este tipo de publicaciones era bastante frecuente en esa época. En la edición del 11 de febrero de 1926 aparece: “De la hacienda Rumazón se perdió una mula grande, parda, de unos ocho años de edad aproximadamente, marcada en la paleta del lado de montar JMA, enlazadas, tiene una pequeña matadura en el lado contrario de montar, cerca al riñón, rayada con la espuela en ambos lados. Se dará gratificación al que dé razón de ella. Entenderse con José María Ángel, en Manizales”.
Don José María Ángel no incluyó dirección ni lugar de ubicación. Le bastó con escribir su nombre y la ciudad para confiar en que así encontraría a su mula, y desde este futuro lejano yo le deseo que ojalá así haya sido.
Así son todos los avisos de la década de los 20 de un género narrativo que podría llamarse “equinos perdidos” y que derivó en eso que hoy es tan recurrente en postes de luz y redes sociales: “me llamo MelKocha. Soy una gatica adorable e inteligente. Tengo 2 años, pelo negro y una manchita blanca muy linda en la pata izquierda. Me perdí en el barrio La Carola. Solo como concentrado marka Whiskas y leche deslactosada. Porto un collar azul con los datos de mis dueños. Ellos están muy tristes y ofrecen recompensa al que les dé informes sobre mi paradero. Llámenlos al 310...”
Las notas breves de hace un siglo sobre mulas perdidas se leen hoy como algo pintoresco, curioso y exótico. Me pregunto entonces con qué cara leerán en el siglo XXII lo que hoy se publica casi a diario sobre “peluditos” y mascotas y otros animales. Reproduzco a continuación 10 titulares de noticias que vi en los últimos días en medios digitales del Eje Cafetero:
· “Elefante bebé se esconde detrás de un poste para evitar ser descubierto”.
· “Aprobado en primer debate proyecto de ley que crea cédula para perros y gatos”.
· “Abejas fueron declaradas insectos de interés social, económico y ecológico en el Quindío”.
· “Policía rescató a una perra y sus seis cachorros”.
· “Hombre mató a cuchillo a un perro en el municipio de Calarcá, Quindío”.
· “Plantón en Quinchía, Risaralda, para rechazar abusos sexuales a caninos”.
· “A un perro con discapacidad le construyeron prótesis con ruedas en Anserma”.
· “Acabaron con la inocencia de dos perros: Alma y Aquiles, los violaron”.
· “Burger King lanza Dogking, galleticas para la mascota”
· “348 animales han sido atendidos en Pereira por el Sisbén de perros y gatos”.
No incluyo titulares sobre el elefante blanco del hospital público para mascotas que la anterior administración de Manizales planeó construir, porque de eso no volvió a hablarse en los medios. Desconozco si a los animalistas les parece irrespetuoso usar la expresión “elefante blanco” para un hospital exclusivo para perros y gatos, pero por si las moscas ofrezco excusas anticipadas. Con relación a la expresión “por si las moscas”, mejor cojo el toro por los cuernos y me comprometo a dejar de repetirla como lora.
En fin. Todo esto para decir que en la prensa de hace un siglo y la de hoy encuentro evidencias que confirman que el ser humano es, en esencia, un exótico animal.
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