Adriana Villegas Botero


Recuerdo cuando por allá en abril la gente decía que la pandemia y el confinamiento nos iban a convertir en seres más espirituales que abandonaríamos el mundo material para dedicarnos a lo simple y lo trascendental. Nos invitaron a iniciar esta transformación interna haciendo cosas que iban desde empezar a practicar yoga hasta amasar pan, pasando por tejer y hacer huertas caseras para cultivar hortalizas. Reinventarse se volvió la palabra de moda para significar esa renovada humanidad, alejada del consumismo, que empezaría a regalar tiempo o cosas elaboradas a mano con materiales reciclados, como una mejor manera de demostrar el afecto.
Basta visitar por estos días cualquier centro comercial para ver a esos supuestos seres de luz cargados de paquetes. Este jueves será Navidad y pese al millón y medio de casos registrados en Colombia y los más de 40.000 muertos, mucha gente se reunirá al igual que en años anteriores en grupos familiares extendidos, sin usar tapabocas ni guardar distanciamiento físico, porque “en esta casa ninguno de mis primos tiene covid”. Ojalá así sea.
Y en medio de la celebración vendrán los regalos: nada de pan hecho a mano, manualidades o la cosecha del huerto. Cosas compradas con la prima navideña que ya se esfumó, también igual a los años pasados.
Confío poco en los pronósticos de reconversiones culturales aceleradas. No creo que la gente cambie de la noche a la mañana, ni siquiera en una circunstancia extrema como la de este año. Por eso, ya que nos vamos a reunir y a comprar regalos, quisiera hacer una respetuosa invitación de consumo consciente y responsable: regalemos libros.
El libro es un obsequio fantástico, porque quien lo da suele quedar muy bien: se proyecta como alguien culto, sensible, interesado en la lectura, o al menos en promoverla. Si los regalos hablan por uno, un libro es un reflejo de la imagen propia, y eso mismo siente el que lo recibe: si me dieron un libro es porque piensan que yo soy inteligente o puedo ser un buen lector, y eso es un halago.
Pero además hay libros para todos los gustos, las edades y bolsillos, para aquellos que tienen la biblioteca llena y para los que nunca han tenido uno, y entonces la Navidad ofrece una buena ocasión para sorprenderlos. En las librerías, además, todas las fechas son días sin IVA.
En cuanto a las edades, cuando mi hija estaba muy pequeña la llevé a conocer la biblioteca Julio Mario Santodomingo en Bogotá. En la sala infantil pregunté por libros para niños que no saben leer. La bibliotecaria me llamó suavemente la atención: la niña ya lee... lee imágenes y ahí hay mucha información y diversión, me dijo. Cuando piden consejos para estimular la lectura entre niños y jóvenes siempre hay dos preguntas recurrentes: ¿hay libros en casa al alcance de ellos? ¿qué tan frecuente es que vean leer a sus padres? Para cultivar esa afición se requiere ejemplo y acceso a libros atractivos.
Al anunciar el primer paquete de rescate económico por el covid-19, la canciller alemana Ángela Merkel incluyó al sector editorial y las librerías, por considerar que son parte fundamental de la sostenibilidad de la cultura de su país. Hace un mes, cuando presentó alivios adicionales, la ministra de Cultura explicó: “las librerías son lugares de encuentro que invitan al intercambio cultural y al debate intelectual. Eso las convierte en importantes centros de renovación intelectual, precisamente en estos tiempos de crisis”.
Por supuesto acá no ha habido salvavidas financiero para los escritores, las editoriales ni para las pequeñas librerías que compiten contra las grandes superficies, Amazon y la piratería. Los libreros solo nos tienen a nosotros, los lectores. Por eso creo que esta Navidad puede ser una buena ocasión para apoyar la cadena del libro. Durante los meses duros del confinamiento fueron los libros los que me permitieron salir del encierro y fugarme de las cuatro paredes de mi casa. Mi gratitud encuentra cientos de títulos y autores para expresarse y el solo hecho de imaginarme el plan de visitar el oasis de una librería y recorrer sus estantes para elegir los presentes navideños ya es suficiente regalo para mí.
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