La mejor evidencia de que con esta pandemia nadie se va a reinventar son los planes de desarrollo que avanzan en Asambleas y Concejos. Estos planes traen propuestas formuladas en la prehistórica campaña de 2019, como si entre el momento en que ganaron los mandatarios y hoy hubieran corrido apenas siete meses y no la peor crisis social de la historia reciente.
Hasta ahora lo único que se ha reinventado es el lenguaje: las viejas propuestas de infraestructura que tenían dudosa financiación antes de la debacle hoy se reciclan con nuevo ropaje lingüístico: Aerocafé ya no es un macroproyecto o un elefante blanco, sino una apuesta de reactivación económica; el antojo de las ciclorrutas son reactivación económica; el cable es reactivación económica y así hasta el infinito.
Propongo entonces otra reinvención lingüística: llevamos 70 días confinados porque el covid-19 es una enfermedad contagiosa que muchas veces exige cuidados intensivos. Como los respiradores son escasos no podemos enfermarnos todos al tiempo. Caldas tiene 1 millón de habitantes y 200 respiradores. Cada respirador vale $80 millones. Si tuviéramos más, el riesgo de morir sería menor. Entonces propongo que los respiradores sean la nueva unidad de medida para valorar las cosas: ¿Cuánto cuesta un hospital de mascotas? 50 respiradores ¿Una red de ciclorrutas? 175 respiradores ¿La primera fase de Aerocafé? 5.625 respiradores ¿La consulta del área metropolitana? 31 respiradores ¿Cuál es el presupuesto de cultura en este cuatrienio en Caldas? 192 respiradores ¿Y el del sector salud? El plan departamental prevé una reducción de 335 respiradores con relación al anterior.
Estoy cansada de la palabra reinvención, pero si algo debiéramos reinventar son las prioridades: las personales y emocionales, pero también las del gasto público.

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Nota al pie: Un abrazo a la familia y amigos de Rodrigo Vieira Puerta. Fue un gran maestro que enseñó mucho más que Derecho Romano.