Ilustre músico manzanarño
Señor director:
En una vereda cercana a la zona urbana de Manzanares, de propiedad de don Sindo Vásquez, vivíó la familia Cardona Gracía, en calidad de administradores. Allí nacieron varios hijos, entre ellos Ramón, quien se crió en medio de bambucos y pasillos, que sus padres zurrungueaban con tiples, guitarras y bandolas, según lo narra su sobrina María Nancy Tirado Cardona. Estando muy niño, logró que el cura párroco de su pueblo lo nombrara acólito, cargo al que aspiró para tener oportunidad de tocar el armonio francés que llevó a Manzanares doña Elen Magnenat, madre del artista gráfico, Sergio Trujillo y que se encuentra en el museo municipal; a ese aparato le sacó las primeras notas, pulsando las blancas teclas. Construyó, en un tarro de guadua, su primera guitarra y fue integrante de la banda de guerra de Manzanares.
Su labor musical la inició en templos de Manzanares, Pensilvania y Manizales. Su dedicación a las disciplinas musicales, lo llevó a ocupar el cargo de director del Conservatorio de música de Manizales. enriqueció el folclor colombiano con hermosas composiciones como Mañanita campesina y su obra clásica, Nostalgia. En el Primer Concurso Nacional de Folclore, realizado en Manizales, ganó el primer puesto con su bambuco Nostalgia. Fueron muchos los reconocimientos que este maestro de la música, recibió a nivel nacional e internacional.
Dirigió coros que interpretaron música gregoriana y del folclor colombiano, así como bellísimos villancicos, que fueron aplaudidos en todos los lugares donde se presentaron; Manzanares, fue uno de los pueblos que tuvo el privilegio de escucharlos.
En 1959, la violencia política acabó con la vida de este ilustre personaje, a la edad de 37 años. Es admirable la obra realizada por este genio de la música en tan pocos años de existencia.
Las autoridades de Manzanares están preparando un homenaje significativo, para honrar la memoria de su ilustre hijo, en el centenario de su nacimiento.
Fabio Ramírez Ramírez
Creo en el juez
Señor director:
Creo en el juez que defienda la ley, que sanciona al infractor, que defienda al inocente. Creo en el juez, que no mira la letra, que no acepta soborno, que venga la ley.
Creo en el juez, que analiza el espíritu, que interpreta la ley, que ama la verdad.
No creo en el juez, que acepta influencia, que dependa del cargo, que escucha órdenes.
No creo en el juez, que acepta ofertas, que obedezca ciegamente, que no tenga criterio.
Ernesto Quintero Gil
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