VOZ DEL LECTOR

Meditatus mortis
Señor director:
La muerte nos hace reflexionar sobre el valor de la vida. En la mitología griega Tánato o Tánatos, en griego antiguo “muerte”, era la personificación de la muerte sin violencia, su toque era suave, como la de su gemelo, “el sueño”, pero de una figura sombría y escalofriante. Hijo de Nix, la Noche y hermano gemelo de Hipnosis, el dios del sueño. Responsable de llevar los cuerpos de las personas fallecidas al mundo de los muertos y de cortarles un mechón del cabello y de ofrecérselo como tributo a Hades, el dios de la muerte.
En la mitología romana, las Parcas, eran la personificación del Fatum o destino, que controlaba los hilos de la vida de cada mortal, desde el nacimiento, hasta la muerte sus equivalentes griegas, eran las Moiras). Las Parcas son las diosas del destino, eran tres hermanas hilanderías, que personificaban el nacimiento, la vida y la muerte y quienes escribían en un muro de bronce nuestro destino y que nadie podía borrar lo que ellas escribían, llamadas Nona, Décima y Morta, sus equivalentes griegas eran Cloto, la más joven, hilaba con su rueca las hebras de la vida; Láquesis, decidía al devanar la longitud del hilo o largo de la vida y Átropos, la mayor, cortaba los hilos de la vida, con sus inexorables tijeras. Se encargaban de llevar las almas fallecidas al lugar donde pertenecían (cielo, infierno y purgatorio). Las tres se dedicaban a hilar, luego cortaban el hilo que medía la longitud de la vida y luego cortaban con una tijera y ese corte fijaba el momento de la muerte. Hilaban lana blanca y entremezclaban hilos de oro e hilos de lana negra. El hilo de oro, significaba los momentos dichosos en la vida de la persona y la lana negra, los períodos tristes.
Hasta el propio Zeus, dios griego y su similar romano, Júpiter, estaban sujetos al poder de las Parcas.
Llega Tánato o su equivalente romano, la Parca y sega la vida la vida de mi hermano Francisco Óscar. Su primer nombre, Francisco, proviene de la devoción de mi bella madre, Ismenia Cuartas de García, por el santo de los pobres, San Francisco de Asís, también a mi hermano mayor, Raúl, se le bautizó como Francisco Raúl. El hipocorístico de Francisco, “Pacho”, como usualmente lo llamaban algunas sobrinas “Tío Pacho ”.
De Óscar podemos anotar algunas de sus características: su eterna seriedad, poco habituado a los chascarrillos; sus apuntes cortos y certeros, como cuando decía: “Uno viene plantillado a esta vida” o cuando un hermano expresó su intención de estudiar geología, él dijo inmediatamente “yo le doy el pico y la pala”. Aficionado al fútbol, tanto en la teoría como en la práctica, de hecho, fue integrante de las divisiones menores del Deportes Caldas; otra de sus aficiones fue la pesca y sus innumerables viajes alrededor de nuestro país, conversador amigable, a veces un poco áspero. Amigo entrañable de sus amigos, servicial, desinteresado, con los cuales se reunía casi a diario en el bar o café El Graduado, allí con sus contertulios, especialmente, Luis Alfonso y Jorge, divagaban alrededor de un tinto de lo divino y humano.
Tuvo mi hermano Óscar una predilección por dos de mis sobrinas, Luisa Fernanda y Diana Carolina, ellas fueron como sus hijas, que no tuvo, creo que estas sobrinas querían más a su “Tío Pacho” que a su padre, él vivía para ellas y ellas para él, se tuvieron un inmenso amor fraternal.
Gran vacío queda al ausentarse mi hermano, notorio para familiares y amigos, pero aquellas personas que amamos, no se van, pues Óscar caminará a nuestro lado todos los días, estará en nuestros pensamientos y oraciones. Recordaremos sus aficiones, sus conceptos de la vida, sus frases aceradas, su exquisito gusto por la música clásica, por el fútbol y por esos platos que nos preparaba con gran cariño y conocimiento ( sancocho, natillas, etc.), por ser un gran hijo, hermano, tío y amigo.
Dios, seguro estoy, lo tiene en un lugar especial en el cielo, allí pronto nos encontraremos todos los que hemos formado esta maravillosa familia García Cuartas.
Fernando García Cuartas