El campo es el futuro
Señor director:
La tierra es oro. No existe la fórmula para fabricar tierra en las cantidades que se requiere para cultivar y producir riqueza. Cada gobierno sabe que desarrollando el campo, se abre un gran futuro para el país.
Todos prometen y ninguno cumple. Todos son conscientes de la gran potencialidad económica que representa el área rural, pero, ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Para poder desarrollar el campo, hay que desestigmatizarlo y desprejuiciarlo de tantos y tantos mitos e irrealidades que pesan sobre él por culpa de factores que todos conocemos. Hay que repensarlo y crear una imagen diferente como empresa productiva, como empresa económicamente rentable, empezando por dejar de señalarlo como el sector para los pobres, para los ignaros y para los marginados. El vuelco debe ser total.
Se trata de devolverle al campo la importancia que tuvo en alguna época y que por motivos de violencia y desplazamientos fue necesario abandonarlo para salvar lo más valioso para el ser humano como lo es la vida.
Un campo productivo y en paz, garantiza un nuevo repoblamiento, con educación que sea la columna vertebral de desarrollo brindando capacitación práctica y específica proporcionando conocimientos técnicos propios de las características particulares de cada región sin que sea el camino para las áreas urbanas o ciudades.
Volver al campo, a producir riqueza, pero con buenas vías de comunicación para poder movilizar los productos a las zonas urbanas con comodidad y sin costos exorbitantes.
Volver al campo, pero un campo seguro, tranquilo y en paz en el cual florezcas sueños, ilusiones y esperanzas que se conviertan en hermosos racimos de prosperidad.
Volver al campo, a encontrar nuestras raíces, a recorrer los caminos de nuestros antepasados, a contemplar nuestros inigualables paisajes, a gozar de libertad, a respirar el aire fresco de nuestras lindas campiñas, a escuchar el canto de las aves, a llenar de agua, de árboles y esperanzas estas mágicas tierras colombianas, pero con otras condiciones de dignidad, no como campesinos analfabetos y marginados, sino como empresarios en un soñado despertar del campo colombiano.
El gobierno tiene la palabra.
Cordialmente
Elceario de J. Arias Aristizábal
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