Esteban Jaramillo


Esteban Jaramillo
@estejaramillo
“¿Qué será lo que quiere el negro?” No pudo Bodhert. Se atragantó. Ni claridad en el juego, ni decisiones oportunas o elección correcta de nómina. Vacío en tantos partidos, locuaz y provocador, con frases desconectadas del sueño del hincha, tolerante con las borracheras de sus protegidos y con preferencias ligadas a razones extratécnicas; sin consistencia en su estilo, abatido y desorientado cuando sus sueños se empequeñecieron.
Fue bueno, muy bueno, cuando los ideales eran otros, como salvar la categoría. Pero cuando estos fueron mas anchos, desafiantes y comprometidos, no aguantó la presión. Se hizo huraño, no escuchó y mal asesorado, parecía darle la espalda a la realidad.
En muchos partidos su equipo luchó, corrió, pero poco raciocinio tuvo. El mismo sistema, el mismo esquema, con diferentes protagonistas elegidos por el desespero y no por la razón. La idea fue perdiendo el norte y al final, no todos tiraban el coche para el mismo lado. Jugar, cobrar, sobrevivir y mirar otros caminos.
Bodhert al final de su primer año, tenía el cuerpo adentro del Club y el alma afuera. Desde aquella época, a pesar del cariño de las gentes, la mente bailaba entre ofertas reales o inexistentes, que aparecían sin confirmación. Su ego…su ego, tomó protagonismo.
El fútbol de trastienda en el Once no fue claro. Los refuerzos no florecieron y la elección de sus preferidos no fue revolución. Cuántos llegaron, cuántos se marcharon, pocos rindieron.
En sus manos no se potenciaron los jóvenes, rebeldes, irresponsables o mal asesorados. Pocos caminaron hacia el éxito. ¡Qué tal Carbonero¡ Lleno de condiciones, con mal de altura; Ménder, una esperanza, ¡pero ya es de Nacional! Y Lemos, pregonando sus frustraciones y sus deseos de marcharse sin afecto hacia el Club.
En momentos de crisis, ganó la presión, cuando fue ostensible el decrecimiento físico, técnico y táctico. Los triunfos fueron marginales. Solo una fecha clasificado; derrotado y eliminado en todos los torneos.
Los porteros, mal entrenados, tenían acciones fulgurantes y, en ocasiones, se convertían en el enemigo interior. ¿Vieron el último gol?
El Once no se eliminó solo por los resultados. También por la actitud de algunos futbolistas y la impericia del entrenador. Fue mucho más la afición.
Reina, Ménder, Rodríguez Rico, Guzmán, cuando era de este mundo; Gómez, sin sus eternos dolores o sus distracciones costosas; Mosquera y Correa, merecen un reconocimiento porque tantas veces jugaron con el corazón. ¿Alguien más?
Bodhert se irá, solo si le llega una oferta. Parece tan cómodo. Pierde y en zona confort. ¿Qué será lo que quiere el negro?.
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