VALERIE ECHEVERRY
LA PATRIA | MANIZALES
La llegada de un nuevo integrante a la familia debe ser motivo de alegría. Pero hay casos, por fortuna pocos, que piensan que esa nueva persona ocupará su lugar y le robará no solo espacio, sino lo más importante, el amor y la atención de sus papás.
Un caso en particular donde su papás son separados, pero por parte de su papá tiene dos hermanas, una llegó cuando ella tenía cinco años y la otra cuando tenía once. Ella ya no se siente prioridad para su padre ya que aparte de que vive en otro país, no tienen mucho contacto, tiene más atención en todos los sentidos para esposa y sus otras dos hijas. Al principio si le costaba aceptarlo, pero aprendió a vivir con el hecho de que ella siempre será la cuarta en su lista.
Para la psicóloga Pilar Molano, los celos son una emoción natural, que están dentro del proceso de desarrollo, porque los menores ven que su posición frente a los papás está peligrando.
No obstante, relata que cuando los papás corrigen de una manera fuerte, no les validan a los niños lo que dicen y es cuando empiezan reprimir sus emociones, lo que más adelante puede traer consecuencias nocivas a la relación entre los hermanos.
Desde la familia
Lo que recomienda José Fernando Vélez Trejos, psicólogo y profesor de la Universidad de Manizales, es anticiparse a la llegada del nuevo bebé para que el impacto no sea tan fuerte.
Manifiesta que los padres deben hablar con el niño y contarle sobre la llegada del hermanito. “Explicarle que ese nuevo ser se forma en la barriga de la mamá. Hacerlo con afecto y decirle que ya pasa a ser el hermano mayor, dándole un buen concepto de esta figura”.
Vélez dice que hay que hacer ver a los otros hijos de que no hay preferencia por uno o unos en particular, que todos se quieren por igual, porque no deben haber preferencias. “Eso se debe sentir en el lenguaje de los padres y en la forma en que se trata a cada uno sin”.
Comportamientos
La psicóloga Molano manifiesta que son los adultos los que pueden ayudar a atenuar y gestionar esa emoción. Aunque precisa que muchas veces no son claros y no lo expresan, sino que lo hacen mostrando ciertas características y síntomas.
“Muchos se empiezan a sentir sensibles, lloran por todo, se comportan más agresivos o muestran conductas como chuparse el dedo, pedir tetero, orinarse cuando ya lo habían controlado, desobedecer o dañar cosas”.
Incluso, dice, que hay unos que abiertamente manifiestan que no quieren al hermanito y es cuando recomienda a los papás observas si es que no le están prestando la debida atención.
Con los grandes
Cuando estas rivalidades no sanan en la etapa infantil y se convierten en un problema para toda la familia, la experta Pilar Molano precisa que hay que escudriñar en el comportamiento de los papás porque no supieron manejar esas emociones, porque es común que los adultos tiendan a comparar a los hermanos.
“Hay que entender que cada ser es diferente y eso lo tienen que reconocer los papás. Cada ser viene con sus individualidades. Una cosa es que tengan afinidad más con un hijo que con el otro, pero por eso no tiene por qué alentarlos a quererlo más”.
Busque apoyo
-Si los papás son generadores de estos celos hay que buscar ayuda profesional
-Si la misma persona lo reconoce, es hacerlo ver y pensar que es lo que le ha hecho al su hermano o hermana menor y algo para que eso desaparezca.
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