NEGOCIOS|LA PATRIA
La planeación estratégica es un término que se utiliza frecuentemente en las organizaciones. Sin embargo, en el momento de actuar, muchas empresas encuentran obstáculos y lo planteado se queda en el papel o en las carteleras.
El manizaleño Jorge Iván Gómez Osorio, docente del área de Política de Empresa de la escuela de negocios Inalde, explica cuáles son las fallas más frecuentes en las compañías cuando se proyectan estrategias.
Una cosa es formular y desplegar planes de acción, y otra definir claramente la estrategia de la organización. Esto es, tener la capacidad de escoger, diferenciarse y construir ventajas competitivas. En eso fallan los primeros llamados a diseñar la estrategia de la empresa: los miembros de junta directiva y la alta dirección. Esa falla se traduce en su incapacidad de leer los cambios del entorno, ver las oportunidades y las amenazas. También, la poca reflexión sobre el producto, su ciclo de vida y sustitutos. Como resultado, la empresa empieza a retroceder, a perder espacios competitivos y en últimas, a perder dinero.
Mucho power point y poco análisis. Más poesía que estadística. Muy centrados en una palabra o frase exacta, pero distantes del diagnóstico serio y preciso de la empresa, del sector y de los competidores. Esto da como resultado unas misiones y visiones desconectadas de la realidad de la empresa, útiles para colgar en la pared, pero inútiles para afrontar los retos competitivos marcados por la incertidumbre y la rivalidad empresarial.
Esto significa mucho enfoque la construcción del plan y poco liderazgo para hacerle seguimiento, monitorear y ajustar los resultados. La clave está en la rendición de cuentas periódica de la estrategia y el plan estratégico. Mantener esta dinámica es una manera de tener certeza de que las cosas se están haciendo bien.
Cuando la estrategia no llega al resto de la organización ésta se queda en manuales o documentos. Muchas veces los resultados de la planeación estratégica se comunican en avisos y carteles que sirven para adornar las salas de juntas o la recepción. Los gerentes olvidan que tienen que comunicar y movilizar la organización en torno a la estrategia.
La estrategia sin medición corre el riesgo de convertirse en letra muerta. Ecopetrol, por ejemplo, es una empresa que de manera precisa en su plataforma estratégica define metas objetivas y cuantificables y sobre ellas realiza un seguimiento permanente.
El secreto de una buena estrategia es que sea parte del trabajo diario de la organización. Aterrizarla en las operaciones, en el presupuesto, en las políticas de desarrollo humano y, sobre todo, que afecte la estructura organizacional. Una planeación estratégica que no impulse la gestión del cambio se convierte en un ejercicio retórico y cosmético.
Es clave que las expectativas sean claras y que todos estén alineados con la misma visión de empresa. Lograrlo es la tarea más difícil, porque se sustrae de la técnica. Es el momento donde la gerencia debe lograr la gobernabilidad, es decir, la unidad y consenso para tomar las decisiones más convenientes para la organización. Decisiones que, sin duda, constituyen la estrategia. Es decir, el rumbo de la organización para los próximos años.
"El hecho de que las empresas no tengan buenas experiencias con la planeación estratégica, no significa que no sea conveniente y necesaria. Que el método no termine opacando el verdadero propósito: hacer lo correcto (la estrategia) correctamente (la planeación)".
Jorge Iván Gómez, docente del Inalde.
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