Luis Fernando Mejía F.
Definitivamente el país ha entrado en la era de la tecnología, no sólo las más importantes compañías. Miles de pequeñas y medianas empresas han logrado incorporar en sus procesos de producción, comercialización, exportación, distribución y servicio al cliente los más modernos sistemas. Sin embargo, estamos lejos de ser un país altamente innovador.
Las razones son múltiples: políticas y estrategias desarticuladas, escasos apoyos gubernamentales, insuficientes relaciones entre la academia y las empresas, deficiente difusión de los avances en innovación que se realizan en otras regiones del mundo y baja inversión en investigación, ciencia y tecnología.
Igualmente la tercerización de servicios que ha sido generadora de nuevos negocios como los call center, grandes generadores de empleo de baja remuneración, ha implicado en muchos casos que las empresas deleguen algunas actividades que podrían desarrollar con mayor capacidad y eficacia.
Si bien es cierto la tercerización de tecnologías de la información (Information Technology Outsourcing –ITO-), la tercerización de procesos de negocios (Business Process Outsourcing –BPO-) y la tercerización del conocimiento del proceso de negocios (Knowledge Process Outsourcing –KPO-) se han convertido en un importante soporte para las empresas también es cierto que, sobre todo en las grandes compañías, ha generado una cierta inmovilidad y ha limitado la capacidad de generación de nuevas ideas.
Existen ITO, BPO y KPO de una elevada capacidad, sin embargo no son pocos los call center y otros servicios similares que ahora tratan de resolver sin éxito las inquietudes de los consumidores. La razón es obvia: por muy buena que sea la capacitación dada a los “asesores” que responden (cuando lo hacen) las llamadas de los usuarios, un gran porcentaje de las repuestas y “soluciones” no satisfacen completamente los requerimientos planteados ya que se carece de la experticia y conocimiento especializados de que dispone el productor o proveedor de un determinado producto o servicio.
Afortunadamente muchas empresas han preferido conservar el control, total o parcial, de sus mecanismos de comunicación con proveedores y clientes, aprovechando la retroalimentación que se produce con el contacto directo, optimizando así sus procesos de producción y comercialización.
En la reciente crisis de Estados Unidos, y en la que aún vive gran parte de Europa, una prioridad de los gobiernos y los empresarios ha sido garantizar que la inversión en investigación, ciencia y tecnología no sólo no decrezca sino que aumente, de tal forma que la economía no pierda su dinámica. Es decir, que el emprendimiento y la innovación mantengan el ritmo necesario que requieren los mercados cada vez más exigentes.
La práctica contraria, la del ahorro extremo, la de reducción ilimitada de costos, que provoca en muchos casos la reducción de calidad, es conocida entre economistas y empresarios como austericidio dado que en la mayoría de los casos produce pérdida de mercados actuales o potenciales y en no pocos casos la muerte de las empresas (“Mucho por hacer en innovación, ciencia y tecnología”, http://www.dinero.com/empresas/articulo/mucho-hacer-innovacion-ciencia-tecnologia/162715).
En síntesis, es necesario que empresarios, gobierno y academia encuentren los mecanismos adecuados para interactuar de manera eficiente, lo cual no será posible si se reduce o elimina la inversión en innovación.
Es necesario, igualmente, revisar los múltiples casos exitosos que en estas materias se han presentado no solo en los países más desarrollados de Norteamérica, Europa y Asia sino en algunos más cercanos geográfica y culturalmente. Son emblemáticas muchas experiencias de México, Argentina, Brasil y, especialmente, las desarrolladas en Chile.
Empresarios y otras personas que estudiamos estos asuntos, todos, tenemos claro que conservar los mercados existentes y conquistar nuevos mercados es directamente proporcional a la capacidad de adecuarse a las nuevas tendencias internacionales, altamente competitivas e innovadoras.
Bien lo saben los holandeses, que a pesar de su pequeño territorio han sido protagonistas de los negocios mundiales en los últimos cinco siglos, al decir que “cuando soplan los vientos de tempestad algunos corren a refugiarse y otros construyen molinos”.
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