CARLOS HERNÁNDEZ
LA PATRIA | CARTAGENA
Las leyes del protocolo indicaban que a Mario Vargas Llosa, en su primera visita como Nobel a Cartagena, las autoridades locales algún reconocimiento tenían que hacerle. Así que, previo a su intervención del viernes pasado en el Centro de Convenciones, los organizadores anunciaron discursos previos del gobernador de Bolívar y del alcalde designado de la ciudad, que le entregarían un par de reconocimientos. En coro, un ¡buuuuuuuú! se escuchó en el auditorio. “Este no es un evento político”, argumentó quejoso un asistente que resumió el que parecía un sentir general. El peruano, que algo entiende de esto (al fin y al cabo ha ejercido como político profesional) terminó agradeciendo el gesto de los mandatarios. Y procedió a hablar de literatura.
El cubano Leonardo Padura, también participante del Hay Festival y lleno de premios, aunque sin el Nobel encima, comenzó su intervención dos horas más tarde, a varias cuadras de allí, sin más preámbulos que una leve presentación de su interlocutor, Rodrigo Pardo. Imposible no hablar de política. Padura vive bajo un régimen que Vargas Llosa ha criticado insaciablemente. Ha sobrevivido a los Castro dentro de una Cuba que se niega a abandonar y de la que tampoco lo han echado, a pesar de que sus personajes, cuenta, expresan lo que cualquier cubano podría pensar sobre sus dirigentes. “No soy político, pero soy ciudadano”, puntualizó, y dejó notar que muy posiblemente la razón para que lo toleren sea el no haberse convertido en un opositor activista.
Al referirse a su más reciente novela, El hombre que amaba a los perros, en la que recrea la preparación y el asesinato del soviético León Trotski, concluye que, más allá del relato, le interesó abordar “la perversión de la idea de socialismo en el siglo XX”.
Una idea similar a aquella con la que coqueteó Vargas Llosa en su juventud, en medio de su formación como escritor. Ante cerca de dos mil asistentes a su conversación con el ensayista Carlos Granés, el Nobel recordó que “soñaba con ser comunista”, pero que la lectura, finalmente, fue lo que lo mantuvo a raya: “(Jean Paul) Sartre me salvó del dogmatismo y me enseñó que a través de la literatura uno podía combatir por la libertad”.
Padura, crudo, igualmente volvió sobre su juventud para sentenciar: “nací en 1955, así que me eduqué en medio de la revolución cubana (que comenzó en 1959). Pertenezco a una generación que se fue frustrando a medida que se acercaban los momentos en los que se nos había prometido desarrollo. Nos quedamos con las manos vacías”.
Lo que hay no está mejor
El peruano confesó que antes de llegar a La Heroica le puso punto final a su más reciente novela, El héroe discreto, que nació de los nuevos problemas que sufre Perú a pesar de que “tenemos una política de apertura, de defensa de la propiedad privada, de estímulo a la inversión y a la creación de la riqueza a través de la empresa privada; todo lo que yo creo que empuja una sociedad hacia el progreso".
Parte de su inconformismo, no solo con lo que ocurre en Perú (donde apenas vive tres meses al año) sino en el mundo, es con las manifestaciones actuales de la cultura, pues, a su pesar y parecer, “se han convertido en un entretenimiento irresponsable”. Ahí comenzó a explicar qué lo motivó a escribir su más reciente ensayo: La civilización del espectáculo, en donde se queja del que considera decaimiento de los valores que le dan vida al arte. “En las artes plásticas es donde la payasada ha llegado a unos extremos grotescos”, criticó. “La cultura es una defensa a la pesadilla autoritaria, desarrolla preocupación y actitud crítica sobre el mundo, pero si es solo entretenimiento se banaliza. Nada genera tanto conformismo como esa clase de subcultura”.
Padura, volviendo a los terrenos político y económico, concluyó que no por haber dejado a un lado la utopía comunista el mundo es mejor: “la consumación de los métodos capitalistas no ha dado buenos resultados. Por ejemplo, la actual crisis no es de la economía, sino del sistema. Por eso hay que crear nuevos paradigmas, repensar la utopía. Tenemos derecho a un destino mejor y el pensamiento revolucionario tiene que jugar un papel. Las posibilidades no me las imagino en la práctica, pero la situación es insostenible”.
Vargas Llosa en frases
*Escribí La ciudad y los perros con inseguridad. Creí que tendría una repercusión limitada.
*Aprender a leer es la cosa más importante que me ha pasado en la vida.
*No me sentía latinoamericano cuando llegué a Europa. Era un peruano queriendo ser un escritor francés.
*Cuando una sociedad es inestable busca alternativas de seguridad, y una de esas puede ser la literatura.
*La cultura vino a refinar el acto sexual. A rodearlo de teatralidad y formas.
*El erotismo es la desanimalización del sexo, convirtiéndolo en un acto creativo.
Padura en frases
*El novelista, para trabajar, debe contar con condiciones económicas mínimas.
*Mi trabajo en el periódico Juventud Rebelde me permitió un conocimiento íntimo de la historia no oficial cubana, pero llegó un momento en que me sentí harto de ese periodismo.
*Cuba se quedó íngrima y sola después de la caída del Muro de Berlín.
*Cuando llego a la Oficina de Intereses de EE.UU. en Cuba me siento como un pecador.
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