ARCADIO GONZÁLEZ ARDILA
COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
A su santidad, el papa Francisco, Colombia lo despidió ayer como solo se despide a los grandes líderes del mundo: con alegría y carnaval, pero también con nostalgia y agradecimiento por todas sus enseñanzas.
Faltando apenas tres minutos para las 7:00 de la noche, Francisco se despidió desde las escalinatas del Boeing 787 de Avianca, iluminado con el amarillo y blanco de la bandera de El Vaticano, e inició su regreso a Roma. Se le veía feliz pero agotado, y con razón, pues esta última jornada del carismático Jorge Mario Bergoglio había comenzado muy temprano en la mañana en la sede de la Nunciatura, en Bogotá.
Cientos de capitalinos madrugaron para ver, por última vez, al sucesor de Pedro. Enfermos, niños, personas de la tercera edad, todos, sin excepción, querían ver al papa, al menos estar muy cerca suyo.
Unos pocos, muy pocos, lograron el favor divino, pues el implacable jefe de Seguridad de la Santa Sede, el policía italiano Doménico Giani, les autorizó ingresar a la Nunciatura donde recibieron la bendición de Francisco.
Pero fue doña Bárbara Eugenia Quintero quien pasó a la historia: ha sido la única persona en el mundo de la que se tenga noticia que logró vulnerar la seguridad y subirse al mismísimo papamóvil para saludar al apóstol de Cristo en la tierra. Y lo logró. Pero sacó de casillas al recio policía Giani.
Vestida con pijama, tapabocas y gorro de lana para el frío, la mujer –que padece de cáncer, según contó- logró que el obispo de Roma le bendijera una imagen de la Virgen María, una efigie del Señor Milagroso de Buga, un rosario y una botella de agua.
Quienes en algún momento se sintieron frustrados porque la caravana del sumo pontífice pasó muy rápido, en especial en la tarde del miércoles anterior cuando llegó a Catam, esta vez le dijeron “Gracias papa Francisco”, pues en la agenda oficial no figuraba su despedida en papamóvil desde la Nunciatura hasta el aeropuerto militar. Fue el mejor regalo que recibieron de su santidad.
Ese regalo del Obispo de Roma fue aprovechado por todos, pues fue impresionante la cantidad de miles y miles de ciudadanos agolpados a lado y lado de la Avenida Eldorado esperando a que pasara el carro papal. Hasta el clima le sonrió a Bogotá.
Ya en Catam, el papa saludó a los presentes: el alcalde Mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa, quien no se cansó de agradecerle “por el regalo” de esa inolvidable despedida en papamóvil; algunos miembros de la Fuerza Pública y, obviamente, a los operarios aeronáuticos rasos a quienes saludó uno a uno.
Un 'Souvenir' de Cartagena
A las 9:50 de la mañana, el Vuelo de la Esperanza en el Airbus 320 de Avianca aterrizó en el aeropuerto Rafael Núñez de Cartagena. Fue recibido con una gran ovación, música provincial y 28 grados de temperatura.
Un cálido saludo de monseñor Jorge Jiménez Carvajal, arzobispo de Cartagena, el infaltable abrazo de varios niños, uno de ellos le puso el sombrero vueltiao, hubo bendiciones para las personalidades que lo esperaban. Se le veía muy sonriente, muy relajado.
Mientras una pantalla gigante pasaba un letrero luminoso con avisos de Reconciliación, Esperanza, Paz, los anfitriones no cesaban de entonar el coro celestial: “Esa es…la juventud del papa. Esa es...la juventud del papa”.
El vicario de Cristo salió del aeropuerto a bordo del Sonic Hatchback negro, de placas SCV 1, y justo en la cima del famoso viaducto de Crespo se cambió al papamóvil.
Al tomar la Avenida Crespo, la caravana bajó la velocidad y una mujer aprovechó para regalarle al papa un ponqué, parecía un pudín; de fondo se escuchaba otro coro: “Te queremos, Francisco, te queremos”.
Entonces vino lo impensable. La caravana ya iba por la Avenida Pedro de Heredia y pasaba por el barrio San Francisco, cuando el papamóvil frenó y su santidad se golpeó la ceja izquierda, se sacó sangre y se manchó la casulla. El desconcierto se apoderó por unos segundos del equipo de seguridad. Pero 15 minutos después, con el pómulo izquierdo inflamado y una pequeña sutura, el jerarca católico regresó al papamóvil y continuó el recorrido. “Me dieron un 'piñazo’”, dijo su santidad a Caracol Radio, que logró preguntarle qué le pasó.
Ya en el santuario de San Pedro Claver el ilustre invitado sintió la solemnidad cuando el coro juvenil comenzó a entonar Levántate y canta.
Francisco puso un ramo de flores al lado de la imagen del Santo de los esclavos y luego rezó el Ángelus, que por primera vez en 15 años se ofrece por fuera de la Santa Sede en Roma.
El papa habló de los niños pobres, de la esclavitud, de la explotación sexual, y hasta tuvo una reflexión por la paz de Venezuela.
Al finalizar el Ángelus, su santidad se reunió con la comunidad jesuita de Cartagena en un encuentro privado.
Despedida con lágrimas
Media hora después de las 3:00 de esta tarde, a casi 30 grados de temperatura y con un pómulo inflamado, Francisco inició la recta final de su visita. 50 mil personas se agolparon a lo largo de la Avenida San Martín y en las afueras de la Base Militar de Cadetes Navales para verlo pasar en papamóvil. “Papa Francisco, Cartagena está contigo”, fue el recibo en la sede militar que estaba de fiesta. Un corto saludo y rumbo al helicóptero.
El FAC 0006 de color blanco y una franja azul horizontal, lo llevó en un sobrevuelo por la bahía donde, desde el aire, el obispo de Roma le dio la bendición a la Virgen de la Bahía, una imponente estatua de 20 metros de altura enclavada en la mitad del ancho mar y considerada la Patrona de Los Pescadores.
Después de tres sobrevuelos la aeronave cambió el rumbo y llegó al muelle privado de Contecar, donde unas 400 mil personas lo esperaban. El Coro Musical Arquidiocesano de Cartagena lo recibió con el sublime tema musical Levántate y canta. “Gracias Papa Francisco”, repetían una y otra vez los presentes.
Al final de la homilía, en la que insistió una y otra vez por el respeto a los derechos humanos, las palabras del Arzobispo de Cartagena, monseñor Jorge Jiménez Carvajal, lo llevaron hasta el llanto. No sabía cómo más agradecerle por “sacar un domingo para acompañarnos”. La ovación fue total.
Una última despedida en el papamóvil y el FAC 0006 lo llevó al aeropuerto Rafael Núñez, donde fue recibido con música del carnaval de Barranquilla y el abrazo de varios niños.
Como jefe de Estado recibió honores militares al lado del presidente, Juan Manuel Santos, y como apóstol de Jesucristo se contagió del cariño de todo un pueblo que no lo quería dejar ir.
Pero fue un sentimiento mutuo, pues al final de la misa de ayer en la tarde les dijo a todos los fieles: “Ustedes me han hecho mucho bien”.
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