Óscar Veiman Mejía
Las aulas 201 y 202 de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en el Centro Histórico de Cartagena, quedaron convertidas en una. De esta manera, la capacidad se amplió para 120 espectadores. A las 2:30 de la tarde ya estaba el cupo completo. Por fuera se quedaron unas 50 personas, sobre todo estudiantes de diseño gráfico y periodistas. Los ruegos no valieron. "Nosotros nos sentamos en el piso", dijo Cristina. La encargada de la puerta le respondió, luego de consultar a su jefe: "Es un rotundo no". En esas llegó Ciro Guerra y las súplicas, que amagaban con seguir, se convirtieron en aplausos.
La coordinadora, con gafas de un lente oscuro y otro claro, le susurró emocionada: "Ciro eres el más taquillero del Hay Festival". El director del Abrazo de la serpiente, nominada al Óscar como mejor película extranjera, entró al salón y de nuevo llovieron palmas, en el megacalor de la Heroica de estos meses.
La puerta se cerró. Afuera, en una sala, quedaron los grupos que llegaron a las 3:00 y los que lo hicieron después de esa hora. La coordinadora tomó un micrófono e ilusionó a quienes insistían por un puestico para escuchar y ver en directo al cineasta cesarense, que es noticia y podría lograr en cuestión de un mes algo aún más histórico para el cine y el arte colombianos.
"Vamos a tratar de trasmitir por Skipe en el aula 204", dijo la señora. Adentro, en las fusionadas 201 y 202, Ciro empezó la exposición sobre cómo superó las penurias económicas para al final rodar el filme en la Amazonía, luego de su éxito con Los viajes del viento.
Cables
Francisco Barrios, de mantenimiento de la Universidad, corrió para allá y para acá, entró y salió con un cable y luego con otro. La estudiante de comunicación social Juliana Romero, por la ventana de una puerta de madera, vio a Ciro, mas no lo escuchó.
Su hermano Luis Felipe, estudiante de Derecho de la Universidad Libre -sede Cartagena, explicó las razones por las que vino desde el sector del Pie de la Popa. "Soy aficionado al cine. Me gusta básicamente el clásico". Y concluyó con la frase común, de los de adentro y de los de afuera: "Ciro merece los premios porque está haciendo algo diferente, alternativo".
Un moreno, de camiseta amarilla resplandeciente, apareció para auxiliar a Francisco. Con él regresó el ir y venir de extensiones eléctricas, en medio del público apostado en la sala. De pronto, en una pantalla de dos metros y medio de alto por dos de ancho, surgió la imagen pequeña, aunque el tamaño no importaba, de Ciro con un micrófono en la mano izquierda y una gaseosa en la derecha.
Entonces, la coordinadora ordenó hacer cola para ingresar a la 204. "Primero pasan los chicos que están haciendo fila desde las 3:00". Poco a poco se llenaron las 25 sillas dispuestas en el salón y Francisco salió por más, las cuales también ocuparon rápidamente". La emoción, una vez perfectamente sentados, no permitió reparar que algo más andaba mal.
No se oye
Ciro, en la transmisión por Skipe, se veía en el escritorio. El lío era que no se escuchaba. Era como una película de cine mudo, con pocos gestos. Otra vez, el hombre de mantenimiento y el de la camiseta amarilla empezaron su trote con cuerdas y equipos. La esperanza, segundos después, retornó al percibir sonido. De todas maneras, los líos siguieron en esos valiosos momentos de la tarde cartagenera, en un pequeño espacio que acogió al personaje más importante de la cinematografía nacional de los último tiempos.
De repente, se escuchó la voz de Guerra. Sin embargo, no se entendió. Era un lenguaje de señas escasas y palabras entrecortadas, del director que combinó de manera perfecta el inglés con los dialectos indígenas en su elogiada producción. No era su culpa. El recinto doble se quedó pequeño.
Por un instante se oyó nítido: "la película salió". Luego, un ruido gangoso. Y tras "el productor más importante de Colombia", salieron monosílabos entrecortados: "desanimados...", "Amazonía...", "exploradores...".
Los técnicos tuvieron otra idea. Sacaron un bafle y una pantalla a la sala. La cosa resultó más práctica de lo esperado. Y ahí sí, Ciro Guerra quedó con imagen perfecta y sonido claro. Los de afuera, ahora disfrutaron sentados, no importó si en el piso o parados, de los relatos del director costeño.
Claro
"Hicimos una película dando todo al 200 por ciento", se escuchó perfecto en su exposición. Lo mismo sucedió con las respuestas de tres y cuatro minutos que dio a las preguntas, entre otras, de Margarita Ríos sobre lo aprendido de los indígenas, y de Felipe González en relación con la limpieza del los trajes de los exploradores.
Los adjetivos calificativos siguieron en cada rincón, esta vez con vaticinios. Emanuel Ángulo, de la Facultad de comunicación audiovisual de la Tadeo, comentó: "Fue el hombre que sacó al cine colombiano de los estudios. Solo por hacerla en la Amazonía tiene gran opción del Óscar".
La conferencia concluyó a las 4:30. Los de adentro y los de afuera se unieron en aplausos para este Ciro Guerra que de manera sencilla comparte con los colombianos los grandes esfuerzos y los quehaceres de la película colombiana, hecha en Colombia, que más lejos ha llegado.
Los asistentes lo siguieron hasta la salida de la Jorge Tadeo Lozano. Y él, a paso lento, se esfumó por las calles de la Chichería y del Cuartel. "¿Nos deja tomar una foto"?, le preguntaron dos señoras. "Sí", respondió contundente y claramente.
* El periodista viajó invitado al Hay Festival, invitado por el BBVA.
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