Aunque el alcalde de Bogotá Gustavo Petro, en su último discurso en la Plaza de Bolívar, dijo que el 30 de enero tendría que dejar su cargo, dos fallos del Tribunal Administrativo de Cundinamarca a dos de las 36 tutelas interpuestas por ciudadanos, suspende la destitución del alcalde, todo hasta que el Consejo de Estado decida si procede la destitución de la Procuraduría o no.

Una de las tutelas fue interpuesta por Marisol Gamboa, quien argumentó que con la destitución le fue violado el derecho "de elegir y ser elegido". El Tribunal, compuesto por los magistrados Juan Carlos Garzón, Berta Lucy Ceballos y Alfonso Sarmiento, determinó que la acción de tutela era procedente.

Los pasos que le siguen al proceso son: la Procuraduría interpondría recurso de apelación ante el Consejo de Estado, cuya Sala Contenciosa estudiará el caso; allí se asignará a un magistrado ponente para cada una de las tutelas que lleguen, aquí es cuando empiezan a contar los 20 días hábiles para decidir la segunda instancia.

La sentencia, explicó el exmagistrado Luis Fernando Álvarez, puede ser susceptible de revisión por parte de la Corte Constitucional, que tendrá, finalmente, la última palabra sobre el futuro de Gustavo Petro.

Álvarez recordó que si la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dicta medida cautelar en contra de la destitución, el presidente Juan Manuel Santos tendría la última palabra.

HASTA EL 30 DE ENERO

En su última intervención en la Plaza de Bolívar, Gustavo Petro dijo que dejaría el cargo el 30 de enero, pero para los expertos esa declaración no era una rendición, sino la esperanza en las decisiones judiciales.

Diego Cediel, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, dijo que las protestas ya han desgastado a las partes, por lo que Petro ha visto que no tiene más salida que las decisiones de los jueces nacionales o internacionales.

Iván Garzón, director del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, argumentó que hay dos factores que influyen para que Petro ceda en sus posiciones más fuertes: la opinión pública, que ha criticado su resistencia, y los discursos desde el balcón; y el desgaste de sus seguidores, que no pueden mantenerle el paso con las protestas diarias.