ALEXANDRA SERNA
LA PATRIA | MANIZALES
Entró escoltado al Teatro Los Fundadores, por los camerinos, y salió del recinto abucheado con cornetas. Minutos después se sentó relajado en una silla de un hotel del Centro de Manizales, donde almorzó con congresistas. El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, estaba el pasado viernes cansado, tras cuatro horas de reclamos.
La Reforma a la Salud lo tiene volteando por el país, según él, como muestra de que no le teme a las críticas y que está abierto a las propuestas. Según los médicos que han protestado en las últimas semanas, como un gesto al que se vio obligado tras advertir las ampollas que ha levantado la iniciativa ya aprobada en el Senado y que está en curso en la Cámara de Representantes.
La Contraloría General de la República metió esta semana el dedo en la llaga. Aseguró que el paso de EPS a gestores de salud es un cambio cosmético que no resolverá de fondo la crisis del sistema.
El ministro defiende, sin embargo, que la propuesta del Gobierno es sensata y que debe debatirse sin "juicios rotundos". LA PATRIA dialogó con él, más relajado, antes de almorzar.
- ¿Para qué han servido estas audiencias públicas, que a usted y a los asistentes desgastan físicamente?
Han valido la pena porque recibimos propuestas, nos permiten identificar los grandes puntos de discusión, conocemos qué quiere la gente y hacemos pedagogía, pues faltaba socializar el proyecto. Se decía que les íbamos a poner un tope a los salarios de los médicos o que acabaríamos con la tutela, y no es cierto.
- La crítica a los gestores, que remplazarían las EPS y no manejarían la plata, es que mantendrían el poder por ordenar a quién se le paga. ¿La Reforma no pretendía eliminar la intermediación?
El sistema no puede vivir sin una articulación, intermediación o conexión entre donde está la plata y los prestadores. Si no existe, todo está suelto. Usted mañana amanece con un dolor de cabeza y de una se va a las urgencias de un hospital de tercer nivel, pero no tiene quién le gestione el riesgo ni le ordene la manera de ingresar allí. Ningún sistema de salud del mundo funciona así, suelto. Diría que el 80% de quienes han leído el proyecto acepta que tiene que existir un intermediario, ahí no está la pelea, sino en las características de esa mediación. Además, con la creación de Salud Mía, que es el banco del sistema, no se desviarán los recursos, pues tendremos un control estricto sobre ellos.
- Persiste la duda en otros sectores, como las cajas de compensación familiar, de que Salud Mía sea capaz de manejar todos los recursos, que al año ascienden a $26 billones...
Es una buena duda que nos lleva a justificar la existencia de la intermediación. Si Salud Mía manejara todo, tendría que auditar las facturas diarias, pero solo validará que estos documentos queden bien hechos. Los gestores serán los que autorizarán los pagos. Las críticas se contradicen, unos dicen que no exista la intermediación y otros dicen que si el Gobierno acaba con la intermediación y crea un fondo público, este será inmanejable.
Eso lo tenemos que mirar, podría ser que el 60% de contratación con la red pública sea para cada uno de los niveles. Se debe considerar esa insistencia de algunos hospitales públicos de no tener competencia y de garantizar que toda la demanda les llegue a ellos, aunque no siempre tener competencia es malo. En las últimas tres audiencias he visto la posición mayoritaria de eliminar por completo la integración vertical -EPS con clínicas propias-. Hay que estudiar el tema, pues nuestros análisis apuntan a que eso aumentaría las tarifas. Y si toca eliminarla, la eliminamos, no tengo apego dogmático a ninguna reforma, pero tiene que ser una cosa bien pensada.
- ¿Por qué insiste en que alcaldes y gobernadores elijan a los gerentes de los hospitales? Los detractores advierten más corrupción y politiquería.
Si uno pone la disyuntiva meritocracia o politiquería, pues estaría loco diciendo que me voy por la politiquería. Lo que pasa es que a veces los problemas son más difíciles, si uno mira la historia reciente de Colombia aislar lo público de la política es imposible. Por una supuesta meritocracia nos están llegando muchos gerentes que son políticos, con un problema, que no le rinden cuenta a nadie, son políticos invisibles. Entonces la disyuntiva es otra, entre política visible y política soterrada. Y si uno hace una evaluación de la meritocracia, las cosas no han mejorado para nada, sino que está creando problemas entre políticos, como un alcalde y un gerente que sean de diferentes partidos.
- Ha admitido que esta reforma no resolverá de fondo el plan de beneficios ni el cálculo de lo que se paga por usuario afiliado, ¿que pasará con esto?
La cuestión es que si se mete en el plan de beneficios todo lo que se recobra -lo No POS- para tener más control, surge el reto de calcular bien la UPC -Unidad de Pago por Capitación-. Son decisiones técnicas que hay que tomar correctamente. Estos análisis los hacía antes la fallida Comisión de Regulación en Salud, ahora los retomó el Ministerio. Lo que sí plantea la reforma frente a las nuevas tecnologías es contar con mecanismos de participación para decidir qué se incorpora, de cara a la ciudadanía.
- ¿Y cómo garantizarán la financiación de un plan más robusto?
Si fuéramos a meter todo lo recobrado, costaría $1 billón, y por eso se ha planteado a tres años, lo cual es posible.
A la Reforma a la Salud solo le faltan los debates en la Cámara de Representantes para convertirse en ley de la República.
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