
Colprensa | LA PATRIA | Cali
El 27 de octubre se abre la mesa de Quito y sería fatal que al otro día el Eln dijera que esa mesa no puede proceder porque el Gobierno no les garantiza que lo acordado y lo firmado allí se vaya a cumplir.
La advertencia la hace monseñor Darío de Jesús Monsalve, quien durante los últimos seis meses fue y vino entre Colombia y Venezuela con la misión de hacer reflexionar a esa guerrilla sobre algunas posiciones intransigentes y convencerla de avanzar a la fase pública de las negociaciones.
El arzobispo de Cali es consciente de que su compromiso de fe no es comprendido por muchas personas, que incluso lo han tildado de comunista.
Después del fallido intento de iniciar los diálogos con el Eln el 30 de marzo, ¿cómo se llegó al anuncio del pasado lunes?
La solución que se buscó fue mantener el espacio de mesa exploratoria con distintos delegados del Gobierno y buscar la intermediación de la Iglesia con el Eln para obtener reflexiones más a fondo. Mantuvimos reuniones con los voceros en Bellavista, un cruce de mensajes con representantes del Coce y los delegados ante el Gobierno y a visitas que se hicieron, algunas en la frontera con Arauca y otras en Caracas, actividades que fueron dando resultado. Además, el nuevo delegado del Gobierno, Mauricio Rodríguez, después de Frank Pearl, logró agilizar mucho los acuerdos y hubo cambio de integrantes en la delegación del Eln, que también fueron más ágiles.
¿Por qué un obispo se dedica a buscar la paz con el Eln y a apoyar el proceso con las Farc?
Es un compromiso de fe. La fe no puede ser indiferente a las víctimas. Creo que la Iglesia no puede traicionar su mensaje evangélico, ningún creyente puede recluirse en lo espiritual y yo soy obispo desde hace 23 años, dedicado a esta tarea, con encomienda de la Iglesia, pero también, en este caso, por petición de las partes, el Eln y el Gobierno.
¿Estaría dispuesto a ser parte de la mesa?
No, yo no seré nunca miembro de la mesa como negociador. De pronto puedo participar en algunas reuniones, y he venido haciéndolo antes y después de las reuniones de los delegados de ambas partes, como asesor sobre todo del Eln, que nos lo ha pedido.
¿Pero es consciente de que por esa labor ha sido objeto de amenazas y de críticas hasta del mismo clero?
En la gente que se llama cristiana y católica hay gente muy buena y muy santa, pero hay gente muy ideologizada en su fe. No entro en conflicto, pero sí discuto. En el seno de la Conferencia tenemos posiciones diversas, pero somos muy unidos, entendemos estas divergencias como distribución para acercar más la gente a la iglesia misma.
Usted no estuvo de acuerdo con la posición que asumió la jerarquía católica de cara al Plebiscito...
No estuve de acuerdo con la neutralidad de la Iglesia en el plebiscito, no la entendí; tampoco estuve de acuerdo con la deshonestidad de quienes planteaban un No a los acuerdos y tuve conocimiento de causa, desde antes de que se revelara públicamente, que esto estaba planteado sobre esas estrategias políticas en boga actualmente en el mundo, que son desastrosas porque enseñan a un pueblo a desconfiar mucho más de su clase política porque percibe la mentira por toda parte, y eso trae problema.
¿Se arrepiente de haber dicho que los ciudadanos honestos deberían votar por el Sí?
Debo confesar que incluso hubo obispos que me pidieron que me retractara y siempre me negué. Hoy me reafirmo mucho más. Creo que darle un Sí a este proceso es salir de la violencia, darle un Sí a las víctimas, al futuro del país, darle un Sí a salir de esa corrupción que se mueve en torno a la guerra, era apenas lo principal en términos de compromiso cristiano.
¿Cree que esta vez la paz sí puede funcionar?
Yo creo que todo es providencial. El No pudo haber significado, desde la fe, también una voz de Dios para que los colombianos abandonemos todo triunfalismo, y nos situemos con sencillez, en un proceso de alistamiento para salir de los rencores, para desarmarnos. No es posible que se desarme la subversión y se rearme la población civil en su lenguaje. La paz tiene fuerza propia. Esto también nos dice que no se acababa en el plebiscito, en el Sí y el No.
¿O sea que sigue optimista frente al acuerdo con las Farc?
La paz sigue y sigue para adelante, sigue para Quito, sigue con el Nobel, sigue con el proceso con las bacrim y la paz urbana y sigue con la integración de la sociedad en los territorios, para que entremos en una etapa de conciliación y de diálogo y un acercamiento entre el Estado y la población, entre la empresa y la población, entre sectores enfrentados o desconocidos, una manera de aceptar la diversidad. Esto es muy sano para Colombia.
Acompañarán los diálogos con el Eln
Estarán los obispos de Arauca, que es una zona donde está muy presente el ELN; los de Chocó, Istmina y Quibdó, el de Tibú y el arzobispo de Cali, en representación de todo el Suroccidente. Esos cinco obispos y los padres Teodoro, de Saravena, y Darío Echeverry, de la Conferencia, formamos la comisión episcopal que coordino yo.
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